Las posturas que implican una torsión de la columna vertebral ayudan a desbloquear y purificar el hígado y la vesícula biliar porque realizan un masaje interno a los órganos abdominales y movilizan el diafragma.
Es el caso de Ardha Matsyendrasana (una postura de yoga que implica media torsión en posición sentada, como en la foto) o Jathara Parivartanasana (esta otra postura implica una torsión tendido de espaldas sobre el suelo con los brazos en cruz y las piernas dobladas hacia un lado).
Estas torsiones también masajean suavemente la zona lumbar, pues lo importante es intentar que la torsión espinal comience desde el cóccix y arrastre la parte baja del abdomen. Como resultado de la presión, el hígado se contrae y, por tanto, se tonifica, y los intestinos se mueven. Al activar toda esta maquinaria el cuerpo inicia su propio proceso de limpieza interna.
Colóquese de pie, con las piernas juntas, el tronco erguido, mirando al frente y sitúe los brazos a ambos lados del cuerpo.
Separe las piernas con amplitud, evitando cualquier esfuerzo excesivo y deje las plantas firmemente apoyadas en el suelo.
Lleve los brazos detrás de la espalda y entrelace firmemente las manos.
Incline lentamente el tronco hacia delante tanto como pueda, elevando los brazos también tanto como le sea posible. Las piernas deberán permanecer completamente estiradas.
Regule la respiración.
Mantenga la postura el tiempo indicado, deshágala con lentitud y relájese.
CONCENTRACIÓN Durante el mantenimiento de la postura puede dirigir la atención mental al entrecejo o a la respiración.
TIEMPO Cuarenta segundos. Esta postura se realizará dos veces.
EFECTOS
Estira vigorosamente toda la musculatura posterior del cuerpo y la desbloquea, eliminando tensiones, crispaciones y contracturas.
Ejerce masaje sobre órganos y vísceras del abdomen.
Seda el sistema nervioso central e induce a la relajación.
Siéntese en el suelo con las piernas juntas, estiradas y con la columna erguida.
Flexione la pierna izquierda hacia adentro y coloque el talón del pie en la raíz de muslo derecho por su cara exterior.
Doble la pierna derecha y sitúe la planta de pie en el suelo, junto a la cara anterior del muslo izquierdo, cerca de la rodilla.
Pase el brazo izquierdo por encima de la pierna derecha, presionando el muslo contra el estómago, y situando la mano en la rodilla izquierda o en el tobillo derecho.
El brazo que cruza por encima de la pierna debe permanecer estirado.
Vaya girando lentamente el tronco, los hombros y la cabeza hacia el lado derecho.
Sitúe el otro brazo envolviendo el cuerpo por la espalda.
Dirija la cabeza hacia el hombro derecho.
Regule la respiración.
Mantenga la postura el tiempo indicado, deshágala con lentitud y efectúela hacia el otro lado.
CONCENTRACIÓN Durante el mantenimiento de la postura puede dirigir la atención mental a la espina dorsal o a la respiración.
TIEMPO De cincuenta segundos a un minuto. Esta postura puede realizarse dos veces por cada lado.
EFECTOS
Dota de elasticidad a la columna vertebral.
Previene contra escoliosis y otros trastornos de la columna vertebral.
Ejerce un beneficioso masaje sobre las vísceras abdominales, mejorando su funcionamiento.
Mantiene la elasticidad de todo el cuerpo.
Fortalece y revitaliza los ligamentos de las vértebras.
Beneficia el sistema simpático.
Fortalece el deltoides y el trapecio.
Previene las anomalías del hígado y los riñones.
Estira los músculos del cuello.
Previene el lumbago, el reumatismo y el resfriado.
Siéntese en el suelo con las piernas juntas, estiradas y con la columna erguida.
Separe las piernas tanto como le sea posible, evitando esfuerzos excesivos y manteniéndolas completamente estiradas.
Flexione la pierna izquierda y coloque el talón junto a los genitales, dejando la planta del pie izquierdo apoyada en el muslo derecho.
Eleve los brazos lentamente en el aire por encima de la cabeza y entrelace las manos.
Con los brazos estirados y la cabeza entre ellos, incline el tronco lateralmente hacia la pierna estirada, agarrando con una mano el pie de dicha pierna. No olvide que un brazo debe quedar por encima de la cabeza. Evite inclinar el cuerpo hacia delante.
Gire la cabeza, dejando la cara mirando hacia arriba.
Regule la respiración.
Mantenga la postura el tiempo indicado, deshágala con lentitud y efectúela sobre la otra pierna.
CONCENTRACIÓN Durante el mantenimiento de la postura puede dirigir la atención mental al costado o a la respiración.
TIEMPO De treinta a cuarenta y cinco segundos. Esta postura puede realizarse dos veces por cada lado.
EFECTOS
Dota de flexibilidad a la columna vertebral hacia los lados.
Tonifica los músculos de las piernas.
Dota de elasticidad a las ingles y al tendón de la rodilla.
Ejerce masaje en el páncreas, el hígado y el bazo, mejorando su funcionamiento.
Beneficia la región lumbar y los riñones.
Previene contra el lumbago y la ciática.
Fortalece los músculos de los brazos, deltoides y trapecios.
A la apanasana también se la conoce en yoga como la postura de rodillas al pecho, algo que prácticamente ya describe cómo se practica. Es una asana de yoga tan simple como efectiva y sirve para mejorar tu espalda, propiciar una mejor circulación, forzar el movimiento y expulsar toxinas y desechos de tu sistema
A la apanasana también se la conoce en yoga como la postura de rodillas al pecho, algo que prácticamente ya describe cómo se practica. Es una asana de yoga tan simple como efectiva y sirve para mejorar tu espalda, propiciar una mejor circulación, forzar el movimiento y expulsar toxinas y desechos de tu sistema.
Hay varias posturas clásicas del yoga. Todo el mundo conoce el saludo al sol o ha practicado la pose de la montaña aun sin saber su nombre. Como la postura de la silla, la que ahora puedes leer mejora tu espalda y además favorece una mejor circulación, entre otros beneficios. Apta para principiantes, la apanasana es una pose para todos y casi para todo.
Cómo hacer la apanasana
Sin duda es una de las posturas más sencillas del yoga y la puedes practicar en cualquier momento. Lo primero que tienes que hacer es acostarte boca arriba con los hombros y la espalda tocando el suelo. Después, estira la pierna izquierda y luego lleva el pie izquierdo hacia atrás y cerca de la rodilla.
Debes llevar tu rodilla derecha hacia el centro de tu pecho o hacia el área de la axila. Abrázala. Usa tus bíceps para tirar mientras mantienes tu cuello y hombro muy relajados. Asegúrate de que tus hombros se expandan a lo largo de la parte delantera de su pecho. Debes sentir la parte baja de tu espalda presionando contra el suelo. Cada vez que inhales, advierte cómo tu vientre presiona contra el muslo.
Uno de los secretos de esta postura es el gran replegamiento del cuerpo que proporciona. La mayor parte de la parte posterior del tronco debe estar en contacto con la esterilla. Mantén las rodillas cogidas y llévalas bien hacia el tórax mientras dejas los pies muy relajados. Evita tensiones, todo debe ser natural y fluido
Los increíbles beneficios de esta postura de yoga
Practicar la apanasana beneficia la zona lumbar y la pelvis al proporcionar un buen estiramiento y estabilizar esa área, contribuyendo a reducir eventuales dolores de espalda. También beneficia a las personas que sufren una presión arterial alta y te calma si atraviesas periodos de exceso de ira, excitación y ansiedad
Las personas con problemas de rodilla deben evitar agarrarse la rodilla o la espinilla; en su lugar, pueden optar por una alternativa, como sujetarse el tendón de la corva de la pierna doblada. Seguir correctamente todos los pasos de la apanasana mencionados anteriormente permite evitar contratiempos o lesiones. Esto también te ayudará a lograr los máximos beneficios mientras practicas yoga.
Colóquese extendido en el suelo boca abajo, con las piernas juntas y estiradas. Sitúe los brazos extendidos a ambos lados del cuerpo.
Coloque las palmas de las manos apoyadas en el suelo, aproximadamente a ambos lados de los hombros.
Apoyándose en las manos y sirviéndose de los brazos, eleve el tronco en el aire, arqueándolo tanto como pueda hasta que los brazos estén completamente estirados.
Mantenga las piernas juntas e incline la cabeza hacia atrás.
Regule la respiración.
Mantenga la postura el tiempo indicado, deshágala con lentitud y relájese.
CONCENTRACIÓN
Durante el mantenimiento de la postura puede dirigir la atención mental a la base de la espina dorsal o a la respiración.
TIEMPO De cincuenta a sesenta segundos. Esta postura debe realizarse dos veces.
EFECTOS
Dota de flexibilidad a la espina dorsal hacia atrás.
Ejerce un beneficioso masaje en la región lumbar favoreciendo el funcionamiento de los riñones y las glándulas suprarrenales.
Vigoriza la columna vertebral.
Mejora el riego sanguíneo en todo el cuerpo.
Equilibra el sistema glandular.
Ayuda a combatir la psicastenia, la apatía y el estrés.
Fortalece pectorales y dorsales.
Previene contra la escoliosis, la dispepsia y la indigestión.
Favorece las vías respiratorias y la caja torácica.
Colóquese de rodillas con las piernas juntas o ligeramente separadas.
Apoyándose con las manos en las caderas o en la región lumbar, arquee el tronco hacia atrás tanto como le sea posible, siempre sin forzar en exceso.
Suelte los brazos y coloque las manos en los talones o en los tobillos, dejando el tronco todo lo arqueado que pueda.
Incline la cabeza hacia atrás.
Regule la respiración.
Mantenga la postura el tiempo indicado, deshágala con lentitud y relájese.
CONCENTRACIÓN Durante el mantenimiento de la postura puede dirigir la atención mental a la región lumbar o a la respiración.
TIEMPO Veinte segundos. Esta postura se debe realizar dos veces.
EFECTOS
Fortalece extraordinariamente la espina dorsal, dotándola de gran elasticidad y evitando su envejecimiento prematuro.
Fortalece pectorales y dorsales.
Fortalece la cara alta de los muslos y las nalgas.
Ejerce un profundo masaje en la región lumbar, mejorando el funcionamiento de los riñones.
Equilibra el funcionamiento de la glándula tiroides.
Abre la caja torácica y favorece el aparato digestivo.
Tonifica la acción cardiaca y mejora el riego sanguíneo en la parte alta del cuerpo, favoreciendo el funcionamiento del corazón, los pulmones y el cerebro.
Descarga mucha tensión y estabiliza el sistema nervioso.
Sitúese de pie con las piernas juntas y estiradas, la columna erguida y la cara mirando al frente.
Separe las piernas, manteniendo las rodillas bien rectas y las plantas de los pies completamente fijas en el suelo.
Coloque los brazos en cruz, con las palmas de las manos hacia el suelo.
Incline lentamente, siempre de forma lateral, el tronco hacia el lado derecho. Cuando llegue al máximo de sus posibilidades, continúe descendiendo, desplazando la mano a lo largo de la pierna, hasta llegar con la mano al pie derecho.
Gire la cabeza para mirar al techo.
Regule la respiración.
Mantenga la postura el tiempo indicado, deshágala con lentitud y efectúela hacia el otro lado.
CONCENTRACIÓN Durante el mantenimiento de la postura puede dirigir la atención mental a lo largo de la columna vertebral o a la respiración.
TIEMPO De cincuenta segundos a un minuto por cada lado. Esta postura se puede realizar dos veces.
EFECTOS
Beneficia a las vértebras cervicales, fortaleciendo el cuello.
Ejerce un masaje sobre los órganos intercostales.
Fortalece las extremidades inferiores.
Estimula todos los músculos intercostales y los de las caras internas de los muslos.