El placer de comerse una naranja.

Los que tenéis huerto o jardín entenderéis lo maravilloso que
es salir a tu árbol y coger una de estas naranjas, que has 
visto crecer desde cero, y has cuidado todo ese tiempo, para 
ahora poder disfrutar de ellas. Es una de esas tantas pequeñas cosas, por las que verdaderamente vale la pena esta 
vida.

Los hombres.

Los hombres también brillan en los brazos adecuados.
También florecen en pleno invierno.
Consiguen el equilibrio en pleno vuelo.
Resplandece el sol en su alma, en su mirada.
Tienen fé en sus sueños.
Las estrellas de sus ojos se encienden con la plenitud, paz y armonía de su ser
Creen en los besos reparadores de grietas, que reconstruyen los pedacitos rotos que les ha dejado el pasado.
Se vuelven niños entre juegos y risas. Se estremecen con las caricias de la mujer que aman.
Se sienten invencibles cuando los admiras y no hay manera de pararlos.

Qué cómo lo sé?

Porque uno de ellos camina de mi mano.

(Lucía Escalante G.)

Imagen tomada de la red.

Sobrevivirme a cada minuto.

«Yo vivo con la muerte desde que sé que respiro, y ella me mata con una voluptuosidad fría sólo comparable a mi lúcida pasión por sobrevivirme a cada minuto, a cada segundo infinitesimal de mi conciencia de ser. Esta tensión continua, obstinada, feroz, terrible, constituye toda la historia de mi búsqueda.»

Salvador Dalí.

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