UN CUENTO PARA EL ALMA.

🌈EL CUENTO DE LA LIBÉLULA
(Del libro «Cuentos para crecer y curar» de Michel Dufour).

«En el fondo de un viejo estanque vivía un grupo de larvas que no comprendían por qué cuando alguna de ellas ascendía por los largos tallos de lirio hasta la superficie del agua, nunca más volvía a descender donde ellas estaban.

Se prometieron una a otra que la próxima de ellas que subiera hasta la superficie, volvería para decirles a las demás lo que le había ocurrido.

Poco después, una de dichas larvas sintió un deseo irresistible de ascender hasta la superficie. Comenzó a caminar hacia arriba por uno de los finos tallos verticales y cuando finalmente estuvo fuera se puso a descansar sobre una hoja de lirio. Entonces experimentó una transformación magnifica que la convirtió en una hermosa libélula con unas alas bellísimas.

Trató de cumplir su promesa, pero fue en vano.

Volando de un extremo al otro de la charca podía ver a sus amigas sobre el fondo. Entonces comprendió que incluso si ellas a su vez hubieran podido verla, nunca habrían reconocido en esta criatura radiante a una de sus compañeras».
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El hecho de que después de esa transformación que llamamos muerte, no podamos ver a nuestros familiares o amigos, ni comunicarnos con ellos, no significa que hayan dejado de existir…

«LA MUERTE, NO ES MÁS QUE UN CAMBIO DE MISIÓN».-

Inteligencia Espiritual.

📜La Puerta Sin Cerradura.

UN CUENTO PARA EL ALMA


Un hombre había pintado un lindo cuadro.  El día de la presentación al público asistieron las autoridades locales, fotógrafos, periodistas, y mucha gente, pues se trataba de un famoso pintor, reconocido artista. Llegado el momento se tiró el paño que velaba el cuadro. Hubo un caluroso aplauso.
Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, parecía querer oír si adentro de la casa alguien le respondía.
Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Un observador muy curioso encontró una falla en el cuadro. La puerta no tenía cerradura. Y fue a preguntar al artista:
—¡Su puerta no tiene cerradura! ¿Cómo se hace para abrirla?
El pintor tomo su Biblia, buscó un versículo y le pidió al observador que lo leyera:
Apocalipsis 3, 20:  "Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.”
—Así es  —respondió el pintor—. Ésta es la puerta del corazón del hombre.  Solo se abre por dentro.

Autor Desconocido

COMO LA VIDA MISMA 

EL EREMITA ASTUTO.

Era un eremita de muy avanzada edad. Sus cabellos eran blancos como la espuma, y su rostro aparecía surcado con las profundas arrugas de más de un siglo de vida. Pero su mente continuaba siendo sagaz y despierta y su cuerpo flexible como un lirio. Sometiéndose a toda suerte de disciplinas y austeridades, había obtenido un asombroso dominio sobre sus facultades y desarrollado portentosos poderes psíquicos. Pero, a pesar de ello, no había logrado debilitar su arrogante ego. La muerte no perdona a nadie, y cierto día, Yama, el Señor de la Muerte, envió a uno de sus emisarios para que atrapase al eremita y lo condujese a su reino. El ermitaño, con su desarrollado poder clarividente, intuyó las intenciones del emisario de la muerte y, experto en el arte de la ubicuidad, proyectó treinta y nueve formas idénticas a la suya. Cuando llegó el emisario de la muerte, contempló, estupefacto, cuarenta cuerpos iguales y, siéndole imposible detectar el cuerpo verdadero, no pudo apresar al astuto eremita y llevárselo consigo. Fracasado el emisario de la muerte, regresó junto a Yama y le expuso lo acontecido.
Yama, el poderoso Señor de la Muerte, se quedó pensativo durante unos instantes. Acercó sus labios al oído del emisario y le dio algunas instrucciones de gran precisión. Una sonrisa asomó en el rostro habitualmente circunspecto del emisario, que se puso seguidamente en marcha hacia donde habitaba el ermitaño. De nuevo, el eremita, con su tercer ojo altamente desarrollado y perceptivo, intuyó que se aproximaba el emisario. En unos instantes, reprodujo el truco al que ya había recurrido anteriormente y recreó treinta y nueve formas idénticas a la suya.
El emisario de la muerte se encontró con cuarenta formas iguales.
Siguiendo las instrucciones de Yama, exclamó:
–Muy bien, pero que muy bien.
!Qué gran proeza!
Y tras un breve silencio, agregó:
–Pero, indudablemente, hay un pequeño fallo.
Entonces el eremita, herido en su orgullo, se apresuró a preguntar:
–¿Cuál?
Y el emisario de la muerte pudo atrapar el cuerpo real del ermitaño y conducirlo sin demora a las tenebrosas esferas de la muerte.

*El Maestro dice: El ego abre el camino hacia la muerte y nos hace vivir de espaldas a la realidad del Ser. Sin ego, eres el que jamás has dejado de ser.

101 cuentos de la india.

Unión por la conciencia.

El cuento del mes.

🦁 EL LEÓN 🦁

🏞️ En una ocasión, un león se aproximó hasta un lago de aguas despejadas para calmar su sed y, al acercarse a las mismas, vio su rostro reflejado en ellas y pensó: “¡Vaya!, este lago debe ser de este león. Tengo que tener mucho cuidado con él.” Atemorizado se retiró de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó a las mismas. Allí estaba otra vez el “león”. ¿Qué hacer? La sed lo devoraba y no había otro lago cercano. Retrocedió. Unos minutos después volvió a intentarlo y. al ver al “león”, abrió las fauces amenazadoramente, pero al comprobar que el otro “león” hacía lo mismo, sintió terror. Salió corriendo, pero ¡era tanta la sed! Lo intentó varias veces de nuevo, pero siempre huía espantado. Pero como la sed era cada vez más intensa, tomó finalmente la decisión de beber agua del lago sucediera lo que sucediese. Así lo hizo. Y al meter la cabeza en las aguas, ¡el “león” desapareció!

💪🏼 Hoy nos paramos a reflexionar en todas esas ocasiones en las que  nos da #miedo enfrentarnos a nosotros mismos, bien porque ni nos reconocemos o porque no sabemos valorar lo que nos traerá mirarnos en profundidad. La "sed extrema" nos fuerza finalmente a dar pasos cuyo resultado es siempre un lugar mejor que donde estábamos. 

🔎 La invitación hoy es a ir a buscarse (con o sin sed), a mirarse de frente y descubrir qué hay detrás de lo que vemos para seguir nuestro camino de expansión y autoconsciencia.

Zuhaizpe, tu escuela de salud

📚 La verdad.

📚 La verdad

Había un hombre que era un buscador de #laverdad. Le habían dicho que era una bellísima mujer que vagaba por el mundo y que nadie la podía atrapar. En cuanto le contaban que alguien la había visto él iba a buscarla.
Un día le dicen que la vieron por última vez muy al norte de Europa. Obsesionado con encontrarse con la verdad, sale a buscarla y llega hasta una cueva. Al entrar solo encuentra una vieja fea, arrugada, toda deteriorada en un rincón, moribunda, con la piel fría, llena de arrugas, realmente de dar casi rechazo. Entonces el hombre le dice: —mire estoy buscando la verdad, ¿usted no sabe si está por acá?—
—Soy yo— le dice.
Él no le puede creer porque pensaba encontrarse con la belleza personificada, y se encuentra con una verdad tan desagradable… ni siquiera valía la pena quizás ir a buscarla, así que le agradece y decide irse, no quiere quedarse al lado de este esperpento.
Cuando se está yendo se da cuenta de que algo está mal ahí, ¿era el buscador de la verdad y cuando la verdad no es lo que él quiere, entonces se va? Se siente miserable, que eso no es digno, así que vuelve y le dice: —perdóname, me iba a ir en un impulso. Vuelvo a la ciudad, ¿qué quiere que le diga a la gente?— esta le dice: —diles que soy joven y bella, porque si no, nadie me va a querer encontrar—
Cuando vuelve al pueblo les dice: —¡encontré la verdad!, es joven y bella y vive en una caverna— Pero no le creyeron, no entendieron por qué si la había encontrado había vuelto solo.
Otra vez se da cuenta de que se equivocó al dejarla, así que agarra sus cosas y vuelve a la caverna. Cuando llega, la mujer estaba realmente agonizando. La verdad se muere y se muere para siempre. Él se da cuenta de que muere porque la ha despreciado, entonces la toma en brazos, la abraza y la besa en los labios amorosamente y en contacto con su beso, ese cuerpo empieza a volverse más terso, la piel empieza a recuperar el calor, empieza a volverse una bellísima joven entrañable con la piel rosada y suave, con el calor de un cuerpo vivo y activo y entonces, se da cuenta finalmente y para siempre que #amarlaverdad es lo que la hace bella y no que sea bella en sí misma.

🖋️ Jorge Bucay

Zuaizpe.

EL BUSCADOR (un cuento de Jorge Bucay)


Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador. Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día nuestro Buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó Kammir a lo lejos, pero un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. Estaba rodeaba por completo por una especie de valla pequeña de madera lustrada, y una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.

El Buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como por azar entre los árboles. Dejó que sus ojos, que eran los de un buscador, pasearan por el lugar… y quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción? Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días? Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, y sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar?

Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Al acercarse a leerla, descifró: Lamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

–No, ningún familiar? –dijo el buscador–. Pero… ¿qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano cuidador sonrió y dijo:

“Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré… Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de entonces, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado, a la derecha, cuánto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana, dos? ¿Tres semanas y media? ¿Y después?, la emoción del primer beso, ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?

¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? ¿Y el casamiento de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?, ¿horas?, ¿días?

Así vamos anotando en la libreta cada momento, cada gozo, cada sentimiento pleno e intenso… Y cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.”

EL Cuento De La Libélula…

Del libro «Cuentos para crecer y curar» de Michel Dufour

«En el fondo de un viejo estanque vivía un grupo de larvas que no comprendían por qué cuando alguna de ellas ascendía por los largos tallos de lirio hasta la superficie del agua, nunca más volvía a descender donde ellas estaban.

Se prometieron una a otra que la próxima de ellas que subiera hasta la superficie, volvería para decirles a las demás lo que le había ocurrido.

Poco después, una de dichas larvas sintió un deseo irresistible de ascender hasta la superficie.
Comenzó a caminar hacia arriba por uno de los finos tallos verticales y cuando finalmente estuvo fuera se puso a descansar sobre una hoja de lirio. Entonces experimentó una transformación magnifica que la convirtió en una hermosa libélula con unas alas bellísimas.

Trató de cumplir su promesa, pero fue en vano.
Volando de un extremo al otro de la charca podía ver a sus amigas sobre el fondo.
Entonces comprendió que incluso si ellas a su vez hubieran podido verla, nunca habrían reconocido en esta criatura radiante a una de sus compañeras.

El hecho de que después de esa transformación que llamamos muerte, no podamos ver a nuestros amigos o familiares, ni comunicarnos con ellos, no significa que hayan dejado de existir…

«LA MUERTE, NO ES MÁS QUE UN CAMBIO DE MISIÓN».

“La Tristeza y la Furia”

¿Sabías que un niño que muestra conductas agresivas y/o impulsivas, es porque no sabe cómo lidiar con esas emociones y sufre? 😢

Hay un cuento muy breve y hermoso de Jorge Bucay, se llama: “La Tristeza y la Furia”

El cuento, en resumen dice:

🕌 En un reino encantado había una vez un estanque maravilloso.

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse la tristeza y la furia.

😡La furia, apurada como siempre, sin saber por qué, se bañó rápidamente y rápidamente salió del agua. 🏃🏻🏃🏻

La furia es ciega, no distingue la realidad, así que apurada, se puso la primera ropa que encontró.

Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino de la tristeza.

Y así, vestida de tristeza, la furia se fue…

😔 La tristeza terminó de bañarse y sin ningún apuro, salió del estanque.

Su ropa ya no estaba. Y se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Desde entonces, uno se encuentra con la furia; ciega, cruel, terrible y enfadada.., pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es solo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad está escondida la tristeza 😡😞

Este cuento refleja lo que muchas veces como madres/padres ignoramos de las conductas agresivas de nuestros hijos.

Vemos su furia, su enfado, y reaccionamos a ello, sin percatarnos que en el fondo de esa superficie, se esconde la tristeza y el sufrimiento.

Para ayudarlos realmente, primero necesitamos fortalecer los lazos y nuestra conexión emocional con ellos ❤️

Escucharlos, validarlos, acompañarlos.

TresVecesMamá

Cuento filosófico.

Hoy me hace ilusión compartir con vosotr@s este cuento filosófico, extraído del documental “Redescubrir la vida”, 
de mi querido y admirado Anthony de Mello:

“Un veterano mercader de camellos atravesaba el desierto del Sahara junto con su hijo adolescente, que era la primera vez que lo acompañaba. Al caer la noche, decidieron acampar en 
un acogedor oasis. Tras levantar la tienda, padre e hijo empezaron a clavar estacas en el suelo para atar con cuerdas los camellos. Al cabo de un rato, el joven se dio cuenta de que tenían un problema. Quedaba un camello sin atar y se habían quedado sin estacas y cuerdas.
«¿Cómo atamos este camello?», preguntó inquieto a su padre. Y el mercader, que llevaba muchos años recorriendo el desierto, le contestó, sonriente: «No te preocupes, hijo. Estos animales son muy tontos. Haz ver que le pasas una cuerda por el cuello y luego simula que lo atas a una estaca. Así permanecerá quieto toda la noche.»
Eso es precisamente lo que hizo el chaval. El camello, por su parte, se quedó sentado e inmóvil, convencido de que estaba atado y de que no podía moverse. A la mañana siguiente, al levantar el campamento y prepararse para continuar el viaje, el hijo empezó a quejarse a su padre de que todos los camellos le seguían, excepto el que no habían atado.
«¡No sé qué le pasa a este camello!», gritó indignado. «Parece como si estuviera inmovilizado.» Y el mercader, sin perder la sonrisa, le replicó: «¡No te enfades, hijo! El pobre animal cree que sigue atado a la estaca. Anda, ve y 
haz ver que lo desatas.»

Este cuento también aparece en mi libro “El sinsentido común. Claves para cuestionar tu vieja mentalidad y cambiar de actitud frente a la vida”.

Borja Vilaseca

El elefante encadenado.

➖EL ELEFANTE ENCADENADO… De pequeño me gustaba el circo. Me encantaban los espectáculos con animales y el animal que más me gustaba era el elefante. Me impresionaban sus enormes dimensiones y su fuerza descomunal. Después de la función, al salir de la carpa, me quedaba extrañado al ver el animal atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que le aprisionaba una de las patas. La cadena era gruesa, pero la estaca era un ridículo trozo de madera clavado a pocos centímetros de profundidad. Era evidente que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo también podía tirar de aquel minúsculo tronco y huir. —¿Por qué no la arranca y se escapa? —pregunté a mis padres. —Me contestaron que era porque estaba amaestrado. La respuesta, sin embargo, no me satisfizo. «Si estaba amaestrado, ¿por qué lo tenían atado?». Pregunté a parientes y maestros y pasó mucho tiempo, mucho, hasta que alguien que resultó ser un sabio me dio una respuesta convincente: «El elefante del circo no se escapa porque está atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño». —Entonces me imaginé el elefante recién nacido y atado a una estaca. Seguro que el animal tiró y tiró tratando de liberarse. Debía terminar el día agotado porque aquella estaca era más fuerte que él. Al día siguiente debía volver a probar con el mismo resultado y al tercer día igual. Y así hasta que un día terrible para el resto de su vida, el elefante aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Desde entonces, el elefante tenía grabado el recuerdo de su impotencia. Y lo que es peor, nunca más volvió a cuestionarse ese recuerdo y nunca más volvió a poner a prueba su fuerza. —Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no se escapa porque CREE QUE NO PUEDE!…

(“Jorge Bucay”).

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