Los últimos estudios científicos confirman lo que ya sabíamos: la práctica del Shinrin-yoku tiene beneficios saludables para el cuerpo y la mente.
¿Sufres ansiedad, estrés, fatiga crónica, tienes la presión alta, el sistema inmunitario debilitado…? ¡Date un baño de bosque! La ciencia aporta estudios que indican que pasear entre los árboles actúa a modo de medicina, sin efectos secundariosy sin costes sanitarios.
El contacto con la naturaleza es una de las mejores medicinas. Lo experimentamos los que de forma habitual estamos en contacto con la tierra. La experiencia está clara. Un paseo por el bosque, respirar aire puro, disfrutar de sus sonidos y también de su silencio, sus olores… mantiene nuestros sentidos despiertos, sosiega el ánimo, abre los pulmones y regenera, en definitiva, todo el organismo.
En Oriente conocen muy bien los beneficios terapéuticos de darse un paseo por el bosque y, desde hace unas tres décadas, se viene expandiendo la práctica del Shinrin-yoku, término japonés que se puede traducir como «baño de bosque». Una nueva disciplina se ha ido desarrollando en la última década, la denominada medicina forestal, que ha llegado también a nuestro país y que investiga para aportar más conocimiento sobre cómo los bosques son una fuente de salud.
CÓMO TOMAR UN BAÑO DE BOSQUE
No hace falta una preparación física especial. Se puede realizar en solitario o en grupo, y hay asociaciones que realizan actividades guiadas de baños de bosque.
Consiste en pasar un tiempo en el bosque, mejor si este es de árboles maduros, paseando por senderos llanos, que no presenten dificultad alguna. Andar observando el paisaje, también sentarse y practicar la contemplación, disfrutar del silencio. Así de sencillo.
También se pueden realizar ejercicios de respiración y visualización, relajación, meditación, mindfulness, hacer taichi o yoga. Todas las actividades que ayuden a conseguir un estado de conexión con uno mismo y con el entorno son bienvenidas.
SUS EFECTOS TERAPÉUTICOS
Ganar en salud y bienestar, y prevenir la enfermedad, es en resumen de lo que aporta el tomar unos «baños de bosque».
Los beneficios psicológicos también han sido corroborados por los estudios de medicina forestal. Se relacionan, sobre todo, con la disminución de las emociones negativas: bajan los niveles de ansiedad, los síntomas asociados a la depresión, a la fatiga…
Los paseos por la naturaleza centenaria incrementan la sensación de tranquilidad y aportan un nuevo vigor corporal. Porque allí hay que apagar móviles, evitar conversaciones tóxicas y centrarse en el olor de las plantas, los ruidos de las hojas y las texturas y colores de todo lo bello que nos rodea.
1. DISMINUYE EL CORTISOL Y EL ESTRÉS
Japón, el país del estrés, ha vuelto la vista hacia la naturaleza para intentar recuperar el equilibrio. Millones de ciudadanos practican las terapias de bosque para reducir sus niveles de estrés. Tantos, que ya están incluidas en su medicina tradicional.
Entre los que lo practican, con los cinco sentidos activados plenamente, los niveles de la hormona cortisol descienden sobre un 12%. Esta práctica mejora el ánimo y baja la ansiedad.
2. BAJA LA TENSIÓN ARTERIAL
Mientras se camina entre la naturaleza, con una actitud contemplativa, los sonidos y los olores que se perciben provocan una activación suave del córtex prefrontal y del sistema nervioso autónomo, a la vez que disminuye la tensión arterial. Todo ello contribuye a un estado de saludable bienestar y de relajación.
La agencia forestal de Japón mide la tensión arterial antes y después de la caminata para que puedan comprobar la eficacia.
3. UN BUEN PROTECTOR DEL CORAZÓN
Dos científicos de la Chiba University, de Tokio –Miyazaki y Juyoung Lee– han estudiado los beneficios del contacto de la naturaleza a todos los niveles para nuestra salud.
Los que participaron en el estudio, frecuentando los bosques vieron cómo se redujeron los niveles de tensión y otras variables que mejoraron su salud cardiovascular. El estudio afirma que entre los que practican el Shinrin-yoku hay un descenso del 5,8% en los infartos.
4. ALIVIA EL DOLOR CRÓNICO
El equipo de investigadores coreanos liderados por el Dr. Han analizaron el efecto de los baños de bosque en pacientes que padecían de dolor crónico, fatiga crónica o fibromialgia. Se evaluó la efectividad de un programa de baños de bosque unido a otras actividades complementarias (relajación, musicoterapia…), y se comprobó que los participantes obtenían mejoras psicológicas con disminución del dolor y mejora del estado de ánimo.
5. FORTALECE EL SISTEMA INMUNITARIO
Los estudios del Dr. Qing Li, inmunólogo de la Escuela de Medicina de Tokio, indican que los compuestos volátiles emitidos por los árboles son beneficiosos para las defensas.
Al pasear por un bosque, se respiran estos compuestos que, a su vez, aumentan significativamente la concentración en sangre de las células N.K. (del inglés Natural Killer), un tipo de glóbulos blancos que contribuye a la lucha contra las infecciones y el cáncer.
6. MEJORA LOS TRASTORNOS DEL SUEÑO
Después de la terapia forestal se experimenta una mejora en la profundidad, en el tiempo y en la percepción de calidad del sueño.
Se ha comprobado también que si los baños de bosque se llevan a cabo hacia la hora del atardecer, incrementa la mejora en el sueño nocturno en personas con dificultades para dormir, ya que la relajación que se produce por la menor necesidad de oxígeno del córtex cerebral es fisiológica y psicológica.
Conéctate con el silencio: sentirás sus beneficios
La ausencia de sonidos, empezando por los que genera uno mismo, puede ser la puerta a un mundo de una profundidad inaudita, repleto de significados.
19 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 08:00
Lo que más me impresionó fue el silencio. Era un silencio inmenso, distinto a cualquiera que hubiese conocido en la Tierra, tan vasto y profundo que empecé a oír mi propio cuerpo: los latidos de mi corazón, las pulsaciones de mis vasos sanguíneos, e incluso parecían audibles los leves frotes de mis músculos moviéndose unos sobre otros.
«Son palabras del cosmonauta soviético Aleksei Leonov recogidas en el magnífico libro El planeta Tierra, en el que astronautas de todas las nacionalidades describen sus sensaciones en el espacio. Además de recordar la belleza y la fragilidad del mundo que habitamos, la mayoría de ellos reflexionan sobre la falta de ruido.
SILENCIO: ¡QUIERO ESCUCHAR!
El ruido nos invade. Está presente en cada momento de nuestra vida. Las máquinas, que tan imprescindibles se nos han hecho, emiten sonidos para levantar o derribar edificios, para barrer las calles, para señalar que «damos paso a la publicidad», para indicarnos que acabamos de recibir un mensaje, para comunicarnos que un vecino está colgando un cuadro, que hay un mitin en el barrio, que un conductor tiene un potente equipo de música en su coche… El estruendo se asocia a diversión; el silencio, a aburrimiento.
Tal vez el silencio como expresión absoluta no exista. Porque ya hemos visto que incluso en el vacío del espacio exterior un astronauta describe sonidos. Y eso sin hacer mención a la compleja tecnología que lo envuelve.
Pero cuando hablamos de silencio estamos en realidad reclamando escuchar nuestra respiración, relacionarnos con los sonidos que nos reconfortan porque nos conectan a la naturaleza: el agua corriendo de un río, el canto de las aves, el silbido del viento entre las hojas de los árboles.
Cuentan que los astronautas soviéticos se ponían grabaciones de fenómenos naturales: cantos de aves, la lluvia, el viento…Necesitaban batallar contra el verdadero silencio recurriendo al de los sonidos del planeta que nos acoge.
Y es que asociamos el silencio con el bienestar. En una consulta médica, en un hospital, se reclama silencio. En un cine, un teatro, una representación musical es intolerable que se produzcan sonidos ajenos a los que realmente queremos escuchar. Los creadores necesitan silencio para inspirarse y después escribir, pintar, esculpir.
UN REQUISITO PARA PROFUNDIZAR
Desde antiguo, las grandes creencias místicas han ido a la búsqueda del silencio. Este se convierte en un requisito para el aprendiz de chamán, y también en la vida religiosa, tanto si es un ermitaño como si se vive en comunidad.
Buda, Jesús y Mahoma escogieron largos retiros de silencio, los dos últimos en el desierto. Quien se ha adentrado en ese espacio geográfico habla de que es lo más parecido a la ausencia total de ruido. Aunque, nuevamente, volvemos a escuchar el viento, los granos de arena volando y depositándose sobre el suelo, el chillido de una rapaz surcando el cielo.
El desierto y el silencio en buena medida ponen a prueba nuestra capacidad de estar solos. Sin tener que verbalizar cada una de las sensaciones que experimentamos, absorbiéndolas, interiorizándolas.
Es el mismo hechizo de quien descubre el viaje a pie. Al terminarlo, está imbuido de una magia que no sabe explicar. Tras reflexionar, muchos llegarán a la conclusión de que es la ausencia de ruido, tener tiempo para charlar con uno mismo, revisar las decisiones importantes de la vida –las que ya se han tomado y las que están por solventar– lo que hace tan especial ese tipo de desplazamiento.
HÉROES EN BUSCA DE SILENCIO
¿Por qué tantos grandes exploradores y viajeros han elegido partir en solitario? Necesitaban estar con ellos mismos, empaparse de sensaciones sin necesidad de verbalizarlas. En definitiva, estar en silencio la mayor parte del tiempo posible.
Reinhold Messner, tal vez el más audaz escalador que hayan dado los tiempos, el primero en ascender las catorce cimas que superan los ocho mil metros en nuestro planeta; Richard Byrd, que en 1934 permaneció un invierno completo en el interior de la Antártida viviendo solo en una cabaña; Robin Knox-Johnston, el primer humano que circunnavegó la Tierra en solitario con un velero, sin detenerse en ningún puerto.
Son solo tres nombres, pero la historia está repleta de ellos. En entrevistas y libros, lo que más destacan de sus hazañas es la presencia del silencio.
INDISPENSABLE PARA EL EQUILIBRIO EMOCIONAL Y MENTAL
Conseguir un tiempo de silencio permite escuchar nuestra propia voz, acallada por innumerables ruidos. Si la mente se calma a su vez, será más fácil apreciar y resolver las diferentes situaciones que vivimos.
En el entorno mediterráneo, donde es tan común estar arropado por la familia y los amigos, a menudo se confunde la decisión de estar solo con la soledad. Pero el equilibrio emocional e intelectivo requiere momentos íntimos en los que «no oír nada».
CADA SILENCIO ES DISTINTO
En la literatura, tal vez Henry David Thoreau fue uno de los pioneros, marchándose a sus adorados bosques de Walden para tener una experiencia total con la naturaleza. Sus escritos están repletos de loas al silencio experimentado.
La intelectual británica Sara Maitland, compañera de piso de Bill Clinton en su época de estudiantes y colaboradora del cineasta Stanley Kubrick, estuvo ingresada en un hospital mental en varias ocasiones y se ha convertido en una exploradora del silencio.
Explica sus motivaciones en el sorprendente libroViaje al silencio. Señala en uno de sus muchos párrafos subrayables: «La variedad es amplísima, incluso en el plano físico. Los archivos radiofónicos de la BBC conservan grabaciones que recogenuna notable gama de silencios:’silencio de la noche en una calle de la ciudad’, ‘silencio de la mañana: amanecer en los South Downs’, ‘silencio matinal: un páramo en invierno’, ‘silencio, sala de estar’, ‘garaje’, ‘gran vestíbulo’, ‘búnker de cemento’, ‘playa’, y así sucesivamente.
Muchos profesionales de la radio prefieren salir a grabar su propia versión del silencio para un determinado programa. Esto sucede, en parte, porque el silencio nunca es total, al menos en nuestro planeta, pero también porque estos diferentes silencios tienen distintas connotaciones emocionales».
EL SILENCIO DE LAS PERSONAS
La introspección, el silencio de las personas, ha sido asociada en nuestra cultura, desde tiempo atrás, a locos, raros y solitarios. En Oriente, en cambio, se han hecho elogios a esa actitud, desde Lao Tsé a los clásicos indios: «Cuando hables, procura que tus palabras sean mejor que el silencio».
La ausencia de ruido asusta, creemos que nos aísla. Con frecuencia caminamos por la calle con auriculares y pendientes del silbido cibernético de un falso pájaro que indica que alguien desea comunicarse con nosotros. Muchas personas no respetan el silencio propio y tampoco el de los demás.
UNA OPORTUNIDAD PARA EL SOSIEGO Y LA CONEXIÓN
Pero quizá lo que es necesario recuperar no sea la falta total de sonido, sino aquellos sonidos que nos dicen algo de verdad: el chirrido de los vencejos dando por sentado que el buen tiempo ha llegado para quedarse; el silbido del afilador anunciando su paso por el barrio; las campanadas de una iglesia cercana informando de un suceso social (alegre repiqueteo o fúnebre volteo).
La naturaleza entera nos habla a través de sus sonidos y sus silencios. Pero el verdadero silencio –que es lo opuesto al mutismo– siempre nos enriquece. Es una gran ceremonia que aporta sosiego interior y, como consecuencia, dignidad a nuestros actos.
¿Qué buscamos cuando madrugamos para llegar a un sitio a contemplar el amanecer? ¿De qué hablamos cuando decimos que necesitamos un buen rato en la bañera para desconectar? ¿Qué mensaje escarbamos cuando nos desplazamos a lugares remotos y fríos a vivir una aurora boreal?
Tal vez no nos demos cuenta de que estamos a la búsqueda del silencio. Necesitamos recuperar el diálogo con nosotros mismos, que es lo que el ruido nos ha arrebatado.
El silencio dilata el tiempo, así que con las interferencias auditivas también perdemos ritmo de vida.
BUSCA TUS MOMENTOS DE SILENCIO
Podemos ejercitar el silencio. De la misma manera que consideramos que el entendimiento con nuestra pareja o amigos es óptimo cuando los silencios son cómodos y no violentos, podemos buscar ratos de silencio para nosotros mismos. Entrenarlo de la misma manera que animamos a nuestros músculos a trabajar, o a nuestro cerebro a recordar conocimientos adquiridos.
En un mundo presidido por el ruido, podemos «citarnos» con el silencio una o varias veces a la semana, hacerlo como quien va al gimnasio y no dejarnos vencer por la pereza de combatir el estruendo que nos envuelve.
Beneficios de andar una hora diaria (y las 11 claves para hacerlo bien y disfrutar)
Caminar es la gran conquista del cuerpo humano y uno de los ejercicios más completos y beneficiosos para la salud. Además, deleitarse en los pasos que nos llevan nos ayuda a conectar con el presente
Caminar es una fuente de salud, física y mental, al alcance de la mayoría de personas. Entre otras ventajas, nos permite disfrutar del momento presente.Pexels
Andar es uno de los ejercicios más saludables y baratos que se pueden practicar, y hacerlo de la forma correcta puede ayudar a fortalecer el corazón, los pulmones y los músculos, además de generar un sentimiento de bienestar.
Vamos a pasear por los beneficios que tiene andar, como experiencia física, mental y espiritual.
BENEFICIOS DE ANDAR CADA DÍA
Cuando caminamos en nuestro cuerpo se producen cambios que repercuten positivamente sobre nuestras salud. Estos son los beneficios de andar a diario.
Activa la respiración, lo que estimula la fluidez del sistema circulatorio y de todos los sistemas y aparatos, produciendo calor. Agiliza el transporte de la información celular. Da vida, vivifica nuestro intercambio con el entorno.
Levanta el ánimo y tranquiliza el sistema nervioso, al recuperar éste un ritmo más lento que el del pensamiento, el ritmo que toca con los pies en el suelo y nos proyecta hacia el cielo.
Ayuda a adelgazar. Una persona de 75 kilos que camine rápido durante diez minutos cada día y durante un kilómetro gasta de 550 a 800 calorías al día, es decir lo que proporciona una comida regular. Es por tanto, una forma fácil de controlar el peso.
Mejora la forma cardiovascular, ya que caminar hace latir más rápido el corazón para transportar sangre rica en oxígeno desde los pulmones hasta los músculos. Si se camina regularmente aumenta la eficiencia del corazón y los pulmones.
Disminuye la presión arterial y el riesgo de arteriosclerosis, al reducir los niveles de lipoproteínas de baja densidad ( colesterol «malo») y aumentar las de alta densidad (colesterol «bueno»).
Previene la osteoporosis.
Es uno de los medios más importantes de recuperación de enfermedades.
Genera bienenestar. Psicológicamente, caminar genera un sentimiento de bienestar y puede mitigar o aliviac el estrés, la ansiedad y la depresión, al acelerar la producción de endorfinas, el tranquilizante natural del cuerpo.
Ayuda a la concentración. Nos hace más receptivos a cualquier información y proporciona la tranquilidad para seleccionarla, valorarla y elaborarla si fuera preciso.
Ejercita una virtud muy necesaria en nuestros días: la paciencia.
BENEFICIOS ESPIRITUALES DEL ANDAR
«Caminante no hay camino, se hace camino al andar, al andar se hace camino y, al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino, sino estelas en la mar.»
Con este famoso poema Antonio Machado presenta el andar como una manera de vivir y el presente como el momento más importante en nuestra vida. Además, constata la melancolía por el paso del tiempo, pero también su belleza.
Andar no es un movimiento cualquiera sino el primero que el ser humano aprende estando de pie y el que posibilita su desplazamiento hacia cualquier lugar.
El que nos define y nos hace iguales y distintos, pues hay tantas formas de andar como individuos.
Forma parte del acervo cultural de Occidente y Oriente, e impregna todos los campos, en forma de camino andado o por andar, espiritual o físicamente. Volver al camino
El Tao Te Ching dice: «un camino de diez millas comienza con un paso».
El Libro Tibetano de los Muertos propone la travesía iniciática desde la muerte en este mundo a la vida en el más allá.
El Camino de Santiago, que sigue la Vía Láctea y recorre parte de Europa, es un camino físico que conlleva un cambio de conciencia. Como el Camino del Inca, que lleva a la cima del Machupichu en Perú.
«Ya me cansé, de preguntarle al mundo por qué y por qué, la rosa de los vientos me ha de ayudar y desde ahora vais a verme vagabundear, entre el cielo y el mar, vagabundear. Por los montes, el río, el sol y el mar, que me enseñaron el verbo amar.»
Cansado ya de dar vueltas a las cosas con el pensamiento, Joan Manuel Serrat vuelve al camino porque sí, por andar y disfrutar de lo que este ofrece.
ANDAR COMO TERAPIA
Pero algo está pasando que nos hace perder el norte y olvidamos la manera más sencilla de movernos, precisamente ahora que podemos desplazarnos con todo tipo de artilugios hacia cualquier parte.
Nuestros paseos se han convertido en actividades terapéuticas; los desplazamientos a pie, en conexiones entre medios de comunicación; nuestros viajes son transportes en los que somos llevados.
Y un dato muy significativo: según las últimas investigaciones, hoy se anda más en las ciudades que en el medio rural, donde resulta más fácil aparcar los coches.
Uno de los problemas más acuciantes es la prisa que tenemos por llegar. No recordamos que estamos ya en el mejor lugar, haciendo lo que debemos hacer, en el momento preciso.
El viaje, el camino, andar, pierden importancia con respecto al lugar al que nos dirigimos. No nos damos cuenta de que nuestro objetivo existe en el pensamiento, en los mapas, pero solo es una parte del instante más importante que vivimos y el único que realmente tenemos: el presente. Aunque el ideal ilumina la dirección de la ruta, es esencial deleitarnos en el viaje.
ANDAR PARA MEJORAR EL ÁNIMO
Andar es una de las maneras más bellas de disfrutar del camino, de vivir la época que nos ha tocado vivir y dejar que la mente se explaye a gusto en un tiempo que le pertenece tanto a ella como a nuestro cuerpo. Es el movimiento más humano que existe.
Nos pone en contacto con la tierra, sintoniza con nuestro cuerpo, tanto interior como exteriormente, nos da un ritmo binario, vital para aprender cualquier otro, pues es el ritmo el que agiliza la memoria.
Podemos caminar en casi todas las circunstancias y lugares, y llegar a sitios a los que nunca llegaríamos de otra manera: laderas, despeñaderos, atajos, montes, cumbres, bosques…
Caminar permite descubrir la esencia de los lugares por los que pasamos, observar más precisamente el entorno.
Incluso en las grandes ciudades, para conocerlas y llegar a su alma, lo más recomendable es comprar un buen plano, metérselo en el bolsillo sin mirarlo y perderse por las calles, callejuelas y plazas.
Andar es gratis, seguro y efectivo. No requiere habilidades o entrenamientos especiales, tampoco precisa de máquinas ni de manual de instrucciones. Es recomendable a todas las edades y en todas las circunstancias.
BENEFICIOS DE ANDAR PARA EL CEREBRO
Según las huellas y esqueletos encontrados en el oeste de África, los primeros seres vivientes comenzaron a andar sobre dos piernas hace cuatro millones de años.
Así se produce otra revolución en el desplazamiento autónomo de los humanos: no necesitan doblar la espalda hacia los costados, como los reptiles, o doblarla y estirarla como otros mamíferos.
Hacen suya una cualidad fundamental: las piernas y los brazos se desplazan en sentido contrario, a través del movimiento rotatorio de la columna vertebral. Cuando la pierna derecha da un paso al frente, se adelanta el brazo izquierdo, y viceversa. Se trata de un movimiento único en el mundo animal.
El movimiento circular de la columna vertebral nos permite guardar el equilibrio, respirar, coger cosas, mirar alrededor, andar… El ser humano, que hasta entonces caminaba a cuatro patas, debe reorganizar los movimientos, encontrarles su lugar y sistematizarlos de nuevo.
Para coordinar estas funciones se produce un inaudito crecimiento del cerebro. Con este desarrollo neurológico se pone la primera piedra para la capacidad ilimitada de aprender movimientos. Somos capaces de aprenderlos durante toda nuestra vida
Cuando todavía no hablamos, comenzamos a caminar, en un milagro fruto de la imitación que precede a cualquier aprendizaje físico, de conducta y comportamiento y que nos marca para el resto de la vida.
En los niños supone un cambio revolucionario. De pronto pueden llegar a lugares desconocidos y ver desde muchos más puntos de vista que cuando caminan a gatas. Sus movimientos se dirigen a un lugar, toman, prueban, se caen, aprenden con una rapidez pasmosa, y su desarrollo dinámico se equipara al cerebral, para poco después comenzar a hablar.
Caminar nos devuelve al movimiento ancestral, el que no ha mejorado ni empeorado a lo largo de la historia, el que no necesita de palabras ni razonamientos pero que impulsa a estas dos al poner el mundo y sus maravillas, de pronto, a nuestro alcance.
Cambia nuestra posición y con ello la disposición para relacionarnos con nosotros y con el entorno. Es un cambio físico y mental.
ANDAR COMO RITUAL
Desde los artistas románticos en el siglo XIX, el paseo por excelencia ha sido por la naturaleza. Volver a ella era volver a la primera casa, un ritual para encontrar nuestras raíces. Pero la naturaleza en la vieja Europa hoy es un parque natural, en el cual continúan prevaleciendo las leye de los seres humanos y su cultura.
En el continente americano, nuevo y salvaje, el escritor Henry David Thoreau propone caminar como un ritual en el que nos hacemos naturaleza, en una unión mística que después fue recogida por el movimiento hippie.
En los países centroeuropeos existe una tradición de la época medieval que ritualiza el andar.
Los jóvenes menores de treinta años partían de casa andando a buscar lugares para formarse en un oficio. Peregrinaban por los caminos durante tres años y un día, todos con el mismo atuendo, de pana de color negro y un hatillo con herramientas y otro traje de reserva.
Se detenían en los lugares donde se les permitía trabajar y aprender el oficio a cambio de cama y comida. Permanecían allí durante un tiempo y regresaban al camino cuando dominaban la técnica del lugar.
Constituían un gremio con códigos de honor muy claros que se transmitían de viva voz. Tan importante como el oficio que aprendían era el viaje que realizaban. De ellos, hoy sólo perpetúan esta tradición los carpinteros, que todavía se pueden ver por los caminos de Alemania.
En Australia existió el walkabout, un rito de pasaje de la pubertad a la edad adulta en que se abandonaba a los jóvenes aborígenes en el desierto. Deambulaban durante unos seis meses por esos parajes para aprender a sobrevivir en un medio ambiente hostil. Salían con pocas armas y cuando regresaban, si es que regresaban, podían entrar en la edad adulta y casarse. Ahora se llama walkabout a caminar sin destino.
MEDITAR AL CAMINAR
Caminemos como un camello, que es el único animal que rumia cuando anda. Hagamos del caminar un objeto de estudio.
Un viajero le pidió a un sirviente del poeta Wordsworth que le enseñara el estudio del maestro. El mayordomo le condujo a una estancia y le dijo: «Aquí está su biblioteca, pero el objeto de estudio está de puertas afuera».
Caminar nos lleva al principio, a lo más simple, al momento presente: aquel en que lo intangible se hace milagrosa realidad.
Después de haber andado un tiempo, mirando adelante, hacia un punto, viéndolo todo sin fijar nada, aprenderemos a contemplar el cielo, la tierra y sus cambios. Y comenzaremos la meditación, que consiste simplemente en estar andando por donde andamos, con nuestros pensamientos, cuerpo y entorno.
Para ello, observaremos la respiración y su impulso vital y sentiremos el organismo con los cinco sentidos. Y advertiremos cómo fluyen los pensamientos y cambian a medida que andamos.
En este fluir nos percataremos de que no solo estamos compuestos de sólidos o líquidos visibles, sino que una parte de nuestro ser pertenece al reino de lo invisible, de lo etéreo: son los pensamientos, emociones, deseos, recuerdos, sueños, instintos, impulsos y creencias.
Constituyen otro campo energético, subjetivo, que no se ve y que ocupa un lugar en nuestro interior. Sin embargo, resulta tan importante como el campo energético visible y objetivo: la tierra, el cielo o el cuerpo.
Son los dos ámbitos en los que la podemos conocer, comprender y saber. Cuando el pensamiento y los sentidos fluyen como nuestros pasos, adivinamos que todo lo que percibimos, todo lo que existe en el mundo, es el resultado de la transformación de lo ausente en presente, de lo invisible en visible, de lo silencioso en sonido, de lo insípido en sabroso.
Lo que contemplamos procede de lo desconocido; lo que apreciamos es también fruto de lo inapreciable. Por encima, por debajo, antes, o después del momento presente que es fugaz, está la fuente de toda la creación, que se manifiesta a cada paso del camino.
Aquello que es inaprensible en otro momento, que no sea este que vivimos. Un misterio como existir o nacer, que está siempre ahí, silencioso, eterno y generoso. Que proporciona a la Tierra y al Universo su movimiento. Es el enigma del que formamos parte y del que procedemos. Y estamos conociéndolo en su manifestación al caminar.
Dice el médico y escritor Deepak Chopra: «Somos seres espirituales que tienen experiencias humanas de vez en cuando, y no al revés». También somos una manifestación de la divinidad, en forma de luz, calor, masa muscular, masa ósea, cuerpo, pensamiento y espíritu. Es lo que somos, y lo apreciamos y amamos en el movimiento más simple: andar.
ANDAR COMO EJERCICIO LIBERADOR
¿Qué camino es más propicio para andar? Cualquiera es bueno, solo hace falta dar el primer paso y continuar durante unos pocos minutos.
Recordemos que vivimos en un planeta que se mueve y gira sobre sí mismo. Somos pasajeros y cada día damos una vuelta por la galaxia. El cielo cambia continuamente.
Comencemos mirando el cielo, pues él nos dirá que ponerse a caminar es una aventura. Y si miramos el camino que recorremos paso a paso, detenidamente, veremos que tiene variaciones infinitas.
Si aun así nos sentimos inseguros, podemos ir adonde el corazón nos lleve. No importa que sea campo a través, por un parque o en un centro comercial atestado de transeúntes. Hagámonos la pregunta clave, de corazón: ¿generaremos bonanza para nosotros y para quien nos rodea? Si es así, ¡adelante!
Lewis Carroll decía: «Si no sabes adonde vas, cualquier camino sirve». No saber es un ejercicio de humildad. Quien no sabe, y sabe que no sabe, es capaz de aprender. Nada nos hace tan humanos como el aprendizaje y la adaptación a lo que el cuerpo, el cielo y la tierra dicen. Salir sin rumbo no es equivocado, abramos los sentidos y dejémonos llevar.
AYUDA EN EL CAMINO
Cuentan que una vez un hombre llegó al final del camino que había andado en su vida y, al mirarlo, observó que en algunas de sus partes había cuatro pisadas y en otras sólo dos.
Las primeras huellas coincidían con los tiempos en los que vivir había sido más fácil, y las segundas, con los más difíciles.
Se quedó perplejo y al mirar hacia delante vio a la diosa del camino. Y le dijo: «Me prometiste que me acompañarías durante el camino y veo que sólo lo hiciste cuando las cosas me iban bien. ¿Por qué me has engañado?»
La diosa del camino le respondió: «Nunca te engañé; cuando el camino fue fácil y agradable, yo caminaba a tu lado. Si sólo ves una huella en el camino cuando aparecen dificultades y penas, es porque yo te llevaba a cuestas«.
Siempre hay una diosa en el camino que nos ayuda. Aunque estemos agobiados y la tristeza por alguna pérdida nos rompa el corazón, el cuerpo siempre se pone en marcha y nos traslada. El Cielo no deja de estar ahí, en todo momento. Ni la Tierra deja de girar.
Tras andar un tiempo, mirando adelante, hacia un punto, viéndolo todo sin fijar nada, aprenderemos a contemplar el cielo, la tierra y sus cambios.
Caminar nos ayuda a reconocer que por muy mal que nos sintamos, siempre hay una parte de nosotros que nos transporta y ama. Que permite ver los colores del camino y reconocer el cielo ilimitado.
Dice Thoreau: «El remedio natural de nuestros males está en la proporción, en que la noche se transforma en día, el invierno en verano y el pensamiento en experiencia. Solo entonces habrá aire y luz del sol en nuestros pensamientos».
Si conseguimos recobrar la armonía y aprendemos a mirar, entonces encontraremos naturaleza en un tiesto de casa, en una planta o en un árbol de la calle.
No hagamos como aquel amigo que, paseando al lado del mar en una gran ciudad me decía: «Es que a mí lo que me gusta es la naturaleza».
Estaba tan acostumbrado a relacionar la naturaleza con los campos y los bosques que no se daba cuenta de la profundidad del cielo ni la belleza cambiante de las olas, ni tampoco distinguía el olor penetrante a salitre ni el arrullo rítmico e imparable agua al acariciar la playa.
CONSEJOS PARA ANDAR Y OBTENER TODOS SUS BENEFICIOS
La consigna más importante es: ama tus pies, no ahorres en zapatos. Al comprarlos pruébate cuatro o cinco pares, pues cada fabricante tiene una horma distinta.
Lo más importante es que te sientas estable dentro del zapato, pero que puedas doblar también la suela.
La amortiguación, la estabilidad y la flexibilidad deben guardar un equilibrio entre sí.
Y recuerda que:
Es preferible no caminar a pleno sol. Mejor por las mañanas o por las tardes.
Lleva ropa cómoda, que no te apriete.
Caminar al principio por una superficie plana facilitará la concentración.
Toma agua antes, durante y después de caminar.
Comienza lentamente y luego coge tu propio ritmo, sea este vigoroso o lento.
Al caminar diviértete tanto como puedas.
CÓMO EMPEZAR A CAMINAR
Este ejercicio de calentamiento proporciona un andar ligero, suelto, tonificante, completo y sin esfuerzo.
Si andamos tranquilos pero decididos, distinguiremos que colocamos el peso sobre el pie derecho y con la cadera trasladamos el pie y la pierna izquierdos a través del aire. Y después sucede justo al revés. Cada vez que la cadera arrastra el pie izquierdo éste se relaja.
Acompañamos la relajación con el pensamiento durante unos pasos: sentimos el peso del pie, su temperatura, si está suelto o pegado al tobillo, qué ángulo forma con la pierna… Primero debemos andar, y después, acompañar.
Repetimos el proceso con el otro pie. Y comparamos los dos: peso, volumen, ligereza…
Después acompañamos con el pensamiento la pierna izquierda cuando es arrastrada por la cadera. Pasamos a la derecha y las comparamos.
Colocamos las manos a ambos lados de la pelvis y apreciamos sus movimientos: arriba y abajo, adelante y atrás: y a los lados. Observamos la unión de cresta iliaca, cóccix, sacro y pubis formando un círculo (cóncavo o convexo), que nos impulsa adelante.
Pongamos ahora el envés de la mano sobre la espalda cruzando la columna vertebral para acompañarla. Al tensar la parte izquierda de la espalda tenemos el peso sobre el pie derecho, y, al revés.
Para soltar la tensión y guardar el equilibrio, proyectamos un brazo adelante, y el otro atrás.
Finalmente, ponemos la mano sobre la cabeza, para sentir cómo resuenan los pasos.
Se sabe que ocho de cada diez personas mejorarían su salud si caminaran.
LIBROS SOBRE EL PLACER DE CAMINAR
Pasear; H. D. Thoreau. J. J. Olañeta Ed.
Guía visual del senderismo; Karen Berger. Ed. Espasa.
Hoy deseo compartir contigo esta frase de mi libro: la Buena Suerte.
Se trata de la séptima regla de la Buena Suerte y este es el pequeño recordatorio que me gustaría transmitirte.
Comenzando con esta gran frase de Arthur Schopenhauer: “el azar reparte las cartas, pero nosotros las jugamos”.
Los seres humanos decidimos y creamos nuestro propio destino.
Tenemos la posibilidad de crear nuestra vida a partir de nuestra responsabilidad y acción coherente.
No somos víctimas de las circunstancias.
En esta lúcida frase el filósofo apuntaba a que en la vida se trenzan el azar y la responsabilidad.
El azar no depende de nosotros. La responsabilidad y sus derivadas sí (trabajo, esfuerzo, tenacidad, determinación, entusiasmo, generosidad, entrega, formación constante, humildad, aprendizaje sincero por ensayo y error, voluntad de aprendizaje, dedicación, entrega, preparación…).
Está claro que toda transformación, toda realización, todo objetivo alcanzado requiere poner la acción bien pensada y sentida al servicio de generar circunstancias que faciliten que el anhelo se realice.
Luego no confundamos la suerte azarosa con la Buena Suerte trabajada con tesón.
Ambas existen, sí, pero la segunda es más válida por su proceso que por su resultado.
La meditación puede revertir los efectos negativos del estrés en el cerebro»
La doctora Melanie Greenberg conoce bien los efectos perjudiciales del estrés sobre la salud mental y física. La meditación es una de las principales herramientas para evitarlos, especialmente la meditación compasiva con uno mismo y con los demás.
La doctora Melanie Greenberg es psicóloga, escritora, conferenciante y coach. Experta reconocida en el control del estrés, la salud y las relaciones interpersonales, utiliza técnicas contrastadas por lo estudios en neurociencia, como el mindfulness y la terapia cognitivo-conductual. Escribe el blog The Mindful Self-Express y es autora de Mindfulness y neuroplasticidad, publicado por la editorial Sirio.
–¿Cómo afecta el estrés al cerebro? ¿lo altera físicamente? –Se ha descubierto que los factores estresantes acumulativos afectan la estructura y la función del cerebro, pero muchos de los estudios se han realizado en ratas y deben replicarse en humanos. El estrés a corto plazo tiene efectos temporales en los cerebros de las ratas, mientras que el estrés prolongado tiene efectos más permanentes. El estrés provoca la liberación de hormonas del estrés como los glucocorticoides (como el cortisol) que parecen tener un efecto dañino en los cerebros de ratas y humanos. En ratas, los glucocorticoides pueden causar que las dendritas que las neuronas cerebrales usan para comunicarse entre sí se encojan. La exposición prolongada mata las neuronas o las hace más vulnerables a lesiones o a accidentes cerebrovasculares. Los estudios en humanos utilizan fMRI (imágenes por resonancia magnética) para escanear el cerebro en tiempo real. Estos estudios han encontrado que el estrés a largo plazo está asociado con la contracción de las neuronas en el hipocampo del cerebro (responsable de almacenar recuerdos de eventos y hechos).
–¿Puede el cerebro recuperarse de este daño? Esto depende del marco de tiempo. El cerebro se recupera rápidamente de los factores estresantes a corto plazo, como los exámenes o una discusión con un amigo, pero la exposición al estrés durante meses y años puede provocar algunos efectos permanentes. Los cambios en el estilo de vida, como más ejercicio, una alimentación saludable, dormir lo suficiente, meditar o estrategias de afrontamiento cognitivo-conductuales, pueden comenzar a revertir los efectos del estrés en el cerebro y el cuerpo.
–También afecta la salud general, ¿cómo? –El estrés a largo plazo puede causar inflamación crónica en el cuerpo a través de la acumulación de glucocorticoides (cortisol en humanos) que se liberan durante la respuesta del cuerpo al estrés. Debido a que el cortisol se comunica con el sistema inmunitario, también hay efectos del estrés crónico en la inmunidad. La exposición crónica al estrés puede hacer que el hígado produzca un exceso de glucosa. También aumenta la frecuencia cardiaca y la presión arterial y hace que los vasos sanguíneos se contraigan. El estrés acumulativo puede dañar los telómeros en los extremos de nuestras hebras de ADN, haciéndolos más vulnerables al daño. Así, el estrés provoca el envejecimiento celular. El estrés puede afectar algunas partes de nuestro sistema inmunitario, lo que lleva a una mayor susceptibilidad a virus como los resfriados. Las enfermedades asociadas con el estrés a largo plazo incluyen enfermedad de las arterias coronarias, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, diabetes, cáncer y enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide o el asma. Los efectos en la salud mental, como la depresión y la ansiedad, también pueden ser el resultado de demasiado estrés. El estrés puede provocar un aumento de peso porque nuestros estómagos retienen grasas no saludables cuando estamos estresados durante mucho tiempo.
–¿Cómo ayuda el mindfulness o práctica de la atención plena? La meditación de atención plena puede reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca y mejorar la respiración, el patrón de ondas cerebrales y el sueño. Los estudios que utilizan imágenes de resonancia magnética funcional han demostrado los beneficios de la meditación en áreas del cerebro como la corteza prefrontal, el hipocampo y la corteza cingulada anterior. El resultado es una mejor atención y autoconciencia, mejor control y regulación emocional, más conciencia corporal, mejor concentración y memoria. La meditación también puede potenciar la compasión y mejorar las relaciones. Los efectos generalmente ocurren después de meses de meditación constante.
La compasión puede reorientar la mente, alejarla de las duras críticas hacia uno mismo y hacia los demás.
–También propones meditaciones basadas en la compasión, ¿por qué? ¿Cómo ayuda la compasión con el estrés? –La compasión puede reorientar la mente, alejarla de las duras críticas hacia uno mismo y hacia los demás. Puede ayudarnos a trabajar hacia el perdón. La compasión puede tener un efecto calmante y brindar una perspectiva más amplia o más equilibrada. A menudo nos presionamos para hacer más y más y nos sentimos culpables si nos tomamos un descanso. Esperar que seamos perfectos puede aumentar el estrés mental. La compasión es el antídoto, porque nos ayuda a juzgarnos a nosotros mismos con menos dureza, entendiendo que solo somos humanos y merecedores de bondad y comprensión. La compasión también puede transformar las relaciones, reduciendo el estrés y aumentando el apoyo.
–Pero para una persona estresada lo más difícil puede ser meditar…. ¿hay alguna alternativa? –El ejercicio y la exposición a la naturaleza son buenas alternativas a la meditación. El ejercicio aeróbico puede reducir las hormonas del estrés y conducir a la producción de endorfinas, que son analgésicos naturales que pueden calmarnos y elevar el estado de ánimo. También puede aumentar la dopamina, lo que nos hace sentir más felices, con más energía y motivados. El ejercicio puede reducir la tensión muscular, agudizar nuestro pensamiento y mejorar la confianza en uno mismo y la imagen corporal. También puede mejorar la memoria y el sueño y reducir la depresión y la ansiedad. La investigación también ha demostrado que pasar tiempo en espacios verdes, como parques y jardines, puede tener un efecto calmante para la mente y el cuerpo. Los espacios verdes pueden promover la reducción de la ansiedad y la depresión, más participación social y más ejercicio, entre otros beneficios. Una mayor exposición a la naturaleza puede reducir los niveles percibidos de estrés y puede reducir el cortisol, particularmente en las mujeres, pero se necesita más investigación sobre este tema.
–¿Qué tipo de preocupaciones nos estresan y no deberían? –La preocupación puede aumentar los niveles de estrés al incrementar la cantidad de tiempo que pensamos en los factores estresantes y centrándonos en las expectativas negativas imaginadas. Algunas preocupaciones que conducen a encontrar soluciones al problema o una nueva perspectiva pueden ser útiles. En cambio, la preocupación inútil a menudo es rumiante y repetitiva: repasamos la misma información una y otra vez. Un tipo de preocupación particularmente inútil es la catastrofista, que es cuando imaginamos los peores resultados posibles, aunque es muy poco probable que sucedan. Por ejemplo, podríamos pensar en el accidente del avión o en tener un cáncer terminal. Una forma de abordar el catastrofismo es pensar en cuántas veces en el pasado esperábamos lo peor y no sucedió. También podemos pensar en posibilidades alternativas más probables, como que el avión llegue a su destino de manera segura o que el problema de salud resulte ser menor y no ponga en peligro la vida.
Cuando estamos estresados, puede ser útil pensar en las cualidades personales, los recursos y la capacidad de recuperación que podemos usar para enfrentar la situación.
–¿Cómo ayuda la psicología positiva? –La psicología positiva es un campo de la psicología que se centra en las fortalezas humanas, la resiliencia y el rendimiento óptimo en lugar de en la enfermedad mental. Cuando estamos estresados, puede ser útil pensar en las cualidades personales, los recursos y la capacidad de recuperación que podemos usar para enfrentar la situación, en lugar de centrarnos en lo negativo. La investigación realizada por Barbara Frederickson y sus colegas muestra que el estado de ánimo positivo puede conducir a un pensamiento más amplio y creativo, mientras que la ansiedad reduce nuestro enfoque a la amenaza percibida. Potenciar nuestros estados mentales positivos, como la curiosidad y la confianza, puede llevarnos a explorar y tener nuevas experiencias que pueden crear recursos positivos como encontrar un nuevo amigo o aprender una nueva habilidad. La investigación también muestra que crear un estado de ánimo positivo (por ejemplo, con humor) puede deshacer uno negativo. También se ha demostrado que el optimismo beneficia la salud y el funcionamiento inmunitario.
–¿Cómo son los ejercicios que propones para fortalecer la resiliencia? –Una forma de fortalecer la resiliencia es a través de la exposición gradual a las situaciones que tememos y evitamos. Por ejemplo, si tienes ansiedad social, puedes establecer metas pequeñas, como hablar con una o dos personas nuevas en una fiesta o en el trabajo. Luego, poco a poco te acercas a situaciones más estresantes, como invitar a alguien a una cita o unirte a un grupo de personas que no conoces. Tener éxito en situaciones más fáciles aumenta tu confianza para las más difíciles. Adoptar a propósito una perspectiva más compasiva también puede aumentar la resiliencia porque no te desgastarás con un diálogo interno negativo. Pensar en situaciones que has manejado con éxito en el pasado y en las habilidades o fortalezas que utilizarte, puede ayudarte a abordar futuros factores estresantes con más confianza.
–¿Es la inseguridad en uno mismo una causa de estrés? ¿Cómo podemos trabajar la confianza en uno mismo? La falta de confianza en uno mismo es una de las mayores fuentes de estrés, pero también es muy común. Las mujeres son particularmente propensas al diálogo interno negativo, aunque los hombres también lo hacen. El diálogo interno negativo es una de las cosas más difíciles de cambiar. Pensar mal de nosotros mismos o dudar de nuestras habilidades puede aumentar el estrés en cualquier situación, puede hacer que evitemos los retos en lugar de involucrarnos, o hacernos más propensos a aceptar malos tratos. Algunas formas de aumentar la confianza en uno mismo son hacer ejercicio para mejorar la fuerza física, la resistencia y la imagen corporal y enfrentar gradualmente las cosas que tememos.
–¿Qué ganamos si aprendemos a controlar el estrés? Aprender a controlar el estrés puede hacernos más saludables, felices y resistentes. Las recompensas de manejar el estrés son la reducción de la depresión y la ansiedad y menos riesgos para la salud física. Podemos sentirnos poderosos y proactivos en nuestras vidas, en lugar de estar controlados por pensamientos temerosos. Tener una sensación de calma interior y optimismo nos ayuda a perseverar, comunicarnos mejor, ser más productivos, tener una perspectiva más saludable y encontrar soluciones más creativas a los problemas. También pueden mejorar las relaciones con otras personas, lo que aumenta nuestra alegría y da sentido a la vida.
Evitar el aislamiento social, tratar la depresión, comer de manera más saludable y dormir lo suficiente debería aumentar la capacidad de recuperación del cerebro.
–¿Es posible prevenir la degeneración cerebral a partir de cierta edad? No creo que sepamos la respuesta a esta pregunta. Hay algunas formas de reducir el riesgo de alzhéimer y otras demencias o de disminuir la pérdida de memoria relacionada con la edad. El ejercicio aeróbico regular (caminar, correr, nadar, etc.) puede reducir en gran medida el riesgo de deterioro cerebral. Hacer al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico a la semana puede mantenerte en la zona saludable. Mantener tu cerebro estimulado aprendiendo cosas nuevas, teniendo nuevas experiencias o asumiendo nuevos desafíos puede ayudar. Evitar el aislamiento social, tratar la depresión, comer de manera más saludable y dormir lo suficiente debería aumentar la capacidad de recuperación del cerebro. Aumentar la ingesta de ácidos grasos omega-3 limita la producción de placas de beta amiloide, que se cree que impulsan las enfermedades neurológicas degenerativas.
–¿Quieres añadir alguna idea que consideres importante? –Quiero enfatizar la importancia de las relaciones cercanas de buena calidad y el compromiso social para protegerse contra los efectos negativos del estrés y mejorar la calidad de vida. Comprender lo que puedes y no puedes controlar y trabajar en la aceptación radical de las cosas que no puedes cambiar, también son factores importantes. Cuidar la mente, el cuerpo y la salud social son importantes para lidiar con el estrés. No es solo una cosa. Cada uno de nosotros tiene que encontrar su propia fórmula, que generalmente incluye más de una herramienta de manejo del estrés.
45 años sin Elvis Presley: así fue su inevitable carrera hacia la muerte.
El Rey del Rock vivió sus últimos días enfermo y enganchado a los medicamentos, rodeado de gente pero profundamente solo, antes de morir el 16 de agosto de 1977.
El ataque al corazón de Elvis Presley del 16 de agosto de 1977 empezó mucho antes. Se estaba larvando, silencioso y traicionero, en su inseparable bolsa de cuero cargada de pastillas. Como un amuleto mortal y macabro, vendía así su alma al diablo rumiando nombres como Demerol, Dilaudid o Quaalude. Ni su afición por los libros religiosos, ni los avisos de Priscilla, ni Trish, la enfermera que residía en una caravana en el patio trasero de Graceland, ni las autorizaciones de George Nichopoulos, “Nick”, su médico (o su camello) pudieron evitar el colapso. Todo el mundo llegó tarde a su baño privado aquel tórrido martes de agosto.
Todos menos Lisa Marie, su hija, a la que no dejaron entrar porque estaba ya vampirizado por la muerte. Tampoco llegó a tiempo Ginger Alden, novia (o simplemente acompañante) que se conformó con ser la última persona que lo vio con vida. Sin más. Allí yacía el adolescente de Tupelo criado entre las astillas de los antros que regentaban los dolientes bluesmen y los oficios religiosos donde los espirituales negros sanaban las heridas de la segregación racial.
No dejó un bonito cadáver aquella tarde húmeda de Memphis en la que aún resonaba en sus labios Blue Eyes Crying in the Rain, de Wllie Nelson. Claro que hubiese querido dar un beso más a Lisa Marie, claro que hubiese visto una vez más a Gregory Peck en McArthur, el general rebelde o los diálogos desternillantes de los Monty Python. Y claro que hubiese salido esa noche de gira si no llega a ser porque nadie quiso ver que al Rey del Rock, de 42 años, se lo estaban comiendo, entre otras enfermedades, el glaucoma, la hipertensión, el sobrepeso, la obstrucción intestinal y los estragos del hígado.
La muerte llevaba siguiendo sus pasos mucho antes de aquel agosto de 1977. De haber podido leer detenidamente la autopsia se hubiese comprobado el acoso y derribo al que venía sometiendo a su organismo durante aquellas jornadas en las que vivía obsesionado por su imagen, por la publicación de Elvis: What Happened? por los primos Red y Sonny West y David Hebler, miembros despechados de la muy abundante nómina dela llamada Mafia de Memphis (algunos de ellos amigos de la infancia y parásitos incombustibles que no veían más allá de sus prebendas).
La situación económica fue otro de los motores que empujó a Elvis al callejón sin salida de aquel 16 de agosto. Sus aviones, sus cadillacs y sus regalos sin medida pretendían comprar la fidelidad de todo el que le rodeaba. Una cara terapia que no hacía sino hundirlo más en las pantanosas aguas de su soledad. Por eso, nadie llegó a tiempo aquel día de agosto para contarle al menos una sola verdad sobre su estado.
Ni siquiera Vernon, su padre y a la sazón postizo administrador de su fortuna, fue capaz de imponerle un criterio, un camino, que lo salvara de aquel siniestro despilfarro. El hecho de que su fama y su fortuna fueran el primer gran fenómeno de masas de la historia no lo explica todo. Era evidente que tenía que haberse tomado un año sabático, descansar, desintoxicarse y hacer, por fin, su deseada y balsámica gira internacional para conectar con los fans de todo el mundo.
Nadie llegó a tiempo aquel día de agosto para contarle a Elvis Presley al menos una sola verdad sobre su estado.
Pero nadie llegó a tiempo. En la carretera mortal que le llevó al 16 de agosto Elvis se saltó todas las señales de tráfico y no miró en ningún momento por el retrovisor. No se dio cuenta de que todos los semáforos estaban en rojo. Tampoco el 26 de junio de ese año durante su concierto en el Market Square Arena de Indianápolis. Las 18.000 personas que llenaban el recinto asistieron con la carne de gallina al escuchar el Also Sprach Zarathustra de Richard Strauss (quién no) con la que introducía sus apariciones. No podían imaginar (o quizá sí contemplando su estado) que su “adiós” final sería su despedida definitiva de los escenarios. Can’t Help Falling In Love, uno de los títulos más bellos de su repertorio, cerraba la lista de 23 canciones que estaba ya en manos de la historia.
Aquella carrera demente hacia el abismo durante el pegajoso verano de 1977 no tenía frenos, ni obstáculos ni conductor. Sólo Priscilla podía ejercer la suficiente influencia sobre sus volantazos, pero estaba a muchos kilómetros de distancia observando con preocupación cómo se consumía mental y físicamente el padre de su hija.
Solo Graceland, la mansión que compró con tan solo veinte años, lograba transmitirle algo de paz. Allí estaba seguro. Pese a estar rodeado de su familia y de su guardia pretoriana parecía vivir a cientos de kilómetros de cada uno de ellos. Pero el destino, que a veces muestra más voluntad que incertidumbre, quiso que su vida acabara allí, en el lugar en el que había sido feliz.
Tras su muerte hubo un intento de vender el inmueble pero una acertada decisión de Lisa Marie lo salvó para convertirlo en santuario de sus fans, que aún lo recuerdan como si estuviese vivo (muchos piensan que aún lo está). Medio millón de visitas al año lo convierte en la casa más visitada (y rentable) de Estados Unidos después de la Casa Blanca.
Lo demás es silencio. El 18 de agosto se celebró un funeral que reunió a Linda Thompson, Katy Westmoreland y Ann-Margret, quizá, estas sí, sus verdaderos amores. También asistieron el reverendo Rex Humbard y el guitarrista Chet Atkins. No faltaron los himnos de J. D. Sumner y los Stamps, James Blackwood y la mencionada Westmoreland. Portearon el féretro algunos de sus fieles como Joe Esposito, George Klein, Jerry Schilling y, sorprendentemente, el doctor Nick.
El Coronel Parker, fiel a su trayectoria, estuvo presente en alguna penumbra del duelo esperando a que Vernon firmara unos contratos que le permitieran aprovecharse del merchandaising. Elvis Presley no tuvo descanso ni siquiera en la tumba. Fue enterrado junto a Gladys, su madre, en el cementerio de Forest Hill pero a finales de ese caluroso agosto hubo un intento de robar el cadáver, de modo que los restos de ambos fueron trasladados al Jardín de Meditación de Graceland, donde aún reposan. “Ha cambiado para siempre el rostro de la cultura popular estadounidense”, declaró el presidente Jimmy Carter muy consciente de que sus palabras entrarían, como Elvis, en el tiempo de la leyenda.
Pocos esperaban ya un biopic del Rey del Rock con la solvencia y seriedad de Elvis, la entrega más reciente de Baz Luhrmann. Protagonizada por Austin Butler, el filme, bien documentado, ofrece el punto de vista del Coronel Parker (Tom Hanks). Una demostración de que aún no está todo dicho sobre el de Tupelo, ni en lo personal ni en lo artístico. Alta tensión emocional.
Elvis se estrenó en salas el pasado 24 de junio. Producida por Warner, lllegó a HBO Max el 8 de agosto.
«Comprar y acumular no te va a hacer sentir más feliz o más completo»
Joshua Fields Millburn dio un giro a su vida al desprenderse de muchas de sus posesiones. Apostó por el minimalismo frente al consumismo para llevar una vida intencional.
Joshua Fields Millburn es, junto a Ryan Nicodemus, uno de los miembros de The Minimalists, una pareja de amigos que hace más de una década se deshizo de buena parte de sus posesiones materiales para poner orden en su vida y que, desde entonces, reflexiona sobre la necesidad de simplificar nuestra vida para luchar contra los problemas que nos genera el consumismo.
En web The Minimalists y sus populares podcasts, seguidos por más de veinte millones de personas, tanto Joshua como Ryan comparten su experiencia y la de otras personas que, como ellos, decidieron hacer un giro en su vida y dejar de consumir compulsivamente. Se financian con el apoyo de sus seguidores, sin publicidad ni patrocinios.
La historia de ambos se cuenta en el documental Less is now, que puede verse en Netflix: Joshua fue el primero en dar el paso hacia el minimalismo poco antes de cumplir los 30 años. Venía de una familia humilde de Dayton, Ohio, y había logrado todo aquello con lo que había soñado de pequeño: un trabajo de prestigio, dinero, casa, coche… , pero la muerte de su madre y un divorcio le hicieron replanteárselo todo.
A Ryan, un amigo de la infancia, le sorprendió ver lo bien que le estaba sentando a Joshua haberse desprendido de sus cosas y decidió dar el paso.
Ahora acaban de publicar Ama a las personas, utiliza las cosas (ed. Kairós), una invitación a vivir con menos cosas, menos desorden y menos estrés, pero con más tiempo, más relaciones significativas y más pasión y alegría.
EL MINIMALISMO, LA CLAVE PARA UNA VIDA INTENCIONAL SEGÚN JOSHUA FIELDS MILLBURN
Tuvimos el privilegio de poder hablar con Joshua por videoconferencia, que nos atendió desde su casa en Los Ángeles.
–En el mundo actual, la necesidad de simplificar parece más imperiosa que nunca. Sin embargo, llevar una vida simple ha sido la propuesta de muchos filósofos a lo largo de la historia. ¿Es la simplicidad una necesidad del alma humana? –Solo hasta cierto punto. El minimalismo y la simplicidad –da igual la palabra, también podemos llamarlo vida intencional o esencialismo– no es una solución nueva, por supuesto, pero lo que sí es nuevo es el problema al que nos enfrentamos. Las distracciones, el endeudamiento y el consumismo no son nuevos, pero en las últimas se han amplificado.
Ayer mismo leí que estas Navidades los norteamericanos van a gastar más dinero que nunca. En un hogar medio en Estados Unidos se acumula unos 300.000 objetos. El hogar europeo no se queda muy atrás. Gastar no tendría que ser un problema si nos diera realmente alegría o nos hiciera más felices, pero con frecuencia el efecto es el contrario. Las compras generan endeudamiento, estrés y ansiedad.
–¿Tener muchas cosas nos complica la vida? –Hemos entrado en una espiral de decadencia y distracción que empieza con las posesiones materiales, pero que va mucho más allá de las posesiones. Tenemos un montón de aparatitos que llevamos siempre con nosotros como si fueran parte de nuestro cuerpo. Esos aparatitos nos distraen y a menudo nos impiden dedicarnos a lo que verdaderamente nos da sentido.
Por supuesto, el teléfono no es el problema, tampoco el ordenador o la tecnología ni ninguna de las cosas que poseemos. Estás viendo mi casa, yo también tengo cosas. No estoy en contra de las cosas: el problema es aferrarnos a ellas, darles más significado y valor del que tienen, e incluso hacer que nuestra valía dependa de ellas. Porque se convierten en parte de nuestra identidad.
«El minimalismo no es una solución nueva, pero sí lo es el problema de consumismo y distracciones al que nos enfrentamos.»
–¿La vida entonces nos la complicamos nosotros? –Sí, a menudo a través de esa necesidad de tener muchas cosas. A ello se suma que llenamos nuestras agendas de obligaciones, de relaciones… La complicación va mucho más allá de lo material y, cuando más compleja se vuelve nuestra vida, más fácil es que nos sintamos atrapados y confundidos.
–¿Por qué seguimos consumiendo si no nos hace felices? –Porque creemos que lo siguiente que vamos a comprar sí nos va a hacer felices. Y en parte lo hace. Ese es el problema, porque nos da un subidón de placer, pero solo durante un rato. Y confundimos esa sensación con la satisfacción y la tranquilidad, cuando en realidad nos acaba alejando de ellas.
Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que reduciendo lo material, nuestra vida se simplifica y mejora. La publicidad y las empresas, incluso la propia cultura y la sociedad, nos hacen creer lo contrario, pero el bienestar, la tranquilidad o la felicidad tal vez no se encuentren en las cosas que queremos conseguir, sino en el espacio que se libera al eliminarlas. Porque al simplificar, podemos centrarnos en lo que realmente importa.
«La experiencia me ha enseñado que reduciendo lo material, nuestra vida se simplifica y mejora.»
–Sueles contar que el sueño americano no te hacía feliz y empezaste a simplificar deshaciéndote de muchas de tus posesiones materiales. ¿Por qué deshacernos de muchas de nuestras cosas? ¿Recomiendas siempre empezar por ahí? –Si te sientes desbordado por lo material, por todo lo que tienes y no te hace feliz, empezar a reducir por ahí es un gran punto de partida, porque es algo tangible. En un espacio despejado, en un espacio en el que se ha eliminado todo lo superfluo, te sientes más libre, ligero y tranquilo.
Solemos vivir pensando en conseguir “más y más”, o ir a “mejor y mejor”, pero a menudo lo mejor es menos. No te planteas el “menos”, porque no te paras a pensar cuánto es suficiente. Aquí y ahora, en este momento de mi vida, ¿con cuánto me basta?, ¿qué va a sumar valor a mi vida y qué no?
Y el problema, cuando tienes demasiadas cosas, es que estas se interponen entre tú y lo que realmente le da valor a tu vida: tus relaciones, tu salud, tus aspiraciones…
–Deshacerte de cosas puede resultar muy liberador. Vosotros proponéis varias formas de empezar, desde un reto de 30 días en que te deshaces de una cosa un día, de dos el segundo y así sucesivamente, a simular una mudanza, desempaquetando solo lo que vas utilizando y deshacerte del resto. Pero ¿cómo se hace para que todo eso tenga un sentido, para que no se trate de una mera descompresión? –Es la gran pregunta, porque el minimalismo –o deshacerte de lo acumulado– no es el objetivo. No es “Vale, me deshago del 90% o el 50% de lo que tengo y de pronto me voy a sentir de maravilla para siempre”.
Reducir no es la meta, es solo el medio. Puedes deshacerte de todo y seguir siendo un desgraciado, porque el problema no es el consumo, sino el consumismo, la ideología que te hace creer que comprar y acumular cosas te va a hacer sentir más feliz o más completo. Nadie necesita lo material para ser completo. Si pones a una persona en una sala vacía, seguirá siendo una persona completa.
Así que hay preguntarse: ¿Para qué me sirve esto? ¿Añade valor a mi vida? Porque no se trata de no tener. Yo no soy un monje, no soy un asceta. Como minimalista, también tengo cosas. La diferencia es que ahora muchas de las cosas que tengo aportan mucho valor a mi vida. En realidad, disfruto de ellas. Esa es la paradoja del minimalismo: obtienes mucho más de lo poco que tienes, porque no queda diluido entre un montón de baratijas.
«No se trata de no tener. Como minimalista, también tengo cosas. La diferencia es que ahora muchas de las cosas que tengo aportan mucho valor a mi vida.»
–Desprenderse de tus cosas ayuda, pero el camino sigue… –Exactamente. Cuando descubrí el minimalismo, enseguida me di cuenta de que deshacerme de la mayoría de mis posesiones era solo el principio, que lo que estaba haciendo era en realidad ganar espacio, tiempo, atención, dinero y otros recursos para destinarlos a aquello que para mí tenía más sentido.
Además, en ese momento tenía menos de 30 años, me acababa de divorciar y mi madre acababa de morir. Pero mi vida ahora ha cambiado: tengo 40 años, una mujer y una niña de 8 años. Algunas de las cosas que aportaban valor a mi vida en aquel entonces han dejado de hacerlo. Así que, como minimalista, tengo que seguir cuestionándome.
Ojalá fuera tan sencillo como decir “aquí está la lista de las cien cosas que puedes tener y que te van a hacer feliz”, pero saber qué es lo que para ti es importante es algo muy personal. Y a la vez te obliga a cuestionarte constantemente, porque lo que hoy te sirve quizá mañana ya no te sirva. Tienes que estar siempre dispuesto a soltar, sino acabarás aferrándote y acumulando.
–Escuchándote, y leyéndote, la impresión es que el minimalismo va en parte de recuperar el control sobre tu vida: no solo sobre lo que compras o no, sino también, y sobre todo, sobre tu salud, tu tiempo, la forma en que te relacionas con los demás… ¿Es eso a lo que deberíamos aspirar? –Así es, pero insisto en que creo que el minimalismo empieza con lo material, porque el consumismo nos arrastra y porque nuestras posesiones son la manifestación física de lo que está pasando en nuestro interior.
Hace unos 12 años yo era un materialista: tenía muchas cosas, acumulaba de todo, pero todo eso no era más que un reflejo de cómo me sentía yo por dentro. Tenía mucha morralla externa porque tenía también mucha moralla emocional, espiritual, en mis relaciones, el trabajo, mis cuentas, mi agenda… Tenía tantos problemas que solucionar que compraba cosas para solucionarlos, o para solucionarme a mí mismo. Pero eso no funciona; simplemente lo complica todo más.
«Nuestras posesiones son la manifestación física de lo que está pasando en nuestro interior.»
–Sugieres sustituir las cosas por experiencias, pero las experiencias también pueden ser un objeto de consumo… –Estoy totalmente a favor de las experiencias, la vida es experiencia, pero no se trata de dejar de comprar cosas para perseguir experiencias con la esperanza de que me hagan más feliz o completo como persona, porque eso no deja de ser consumismo. Para mí, las experiencias que dan sentido a la vida tienen poco que ver con perseguir un resultado o un objetivo. Lo que da sentido a mi vida son aquellos momentos en los que simplemente estoy presente. Hasta lo más banal y mundano se puede vivir como si fuera algo extraordinario.
Así que no se trata de sustituir lo material por nada, sino de apañártelas con el nuevo espacio que has creado y de disfrutarlo sin tener que encontrar sustitutos. Si te fijas, lo que hace tan hermosos a los buenos museos es que tienen mucho espacio vacío, están muy despejados: si se llenaran apelotonando las colecciones en una gran sala, no solo se rompería el arte, se rompería la experiencia de disfrutar del arte.
–Pones mucho énfasis en ayudar a los demás como una forma de dar sentido a nuestra vida… –No sé si eso en sí mismo da más sentido a nuestra vida, pero sí sé que para mí es una gran fuente de alegría poder contribuir ayudando con el minimalismo a otras personas además de a mí mismo. No quiero convencer a nadie de nada, porque no creo que el minimalismo sea lo correcto y el consumismo lo incorrecto. Ni siquiera estoy seguro de que el minimalismo sea para todo el mundo. Hay gente que se siente cómoda con el status quo, y yo no soy quien para tratar de convencerles de lo contrario.
Pero sí he podido comprobar que compartir mi receta y la de Ryan ha ayudado a mucha gente, pues han podido entender mejor los problemas que entraña el querer siempre más. Y esa forma de ayudar para mí resulta muy gratificante.
«Para mí es una gran fuente de alegría poder contribuir ayudando con el minimalismo a otras personas.»
–Decís en el libro que simplificar nuestra vida nos ayuda a descubrir nuestro potencial creativo, y que eso es una gran fuente de satisfacción. ¿De qué modo nos ayuda la simplicidad a ser más creativos? –Los seres humanos, aunque podamos necesitar consumir ciertas cosas, somos fundamentalmente seres creativos. Hemos dejado que nuestro músculo creativo se atrofie tanto que hemos olvidado cuánta alegría, sentido y satisfacción nacen de la creatividad. Algunas personas lo llaman mindfulness, estado de flujo… yo diría que es un estado mental, como cuando estás tan metido en algo que de pronto te das cuenta de que el tiempo ha volado.
Necesitamos cultivar la creatividad si queremos sentirnos realizados. No solo en el sentido tradicional –la escritura, la música, el cine…–, sino la creatividad en un sentido amplio: construir una casa, hacer unas estanterías, incluso enseñar yoga pueden ser actividades extremadamente creativas.
La creatividad no es, en realidad, más que plantear preguntas y responder a menudo con otras preguntas. Cada pregunta que nos hacemos puede llevar a preguntas más profundas sobre qué significa ser humano, por qué me siento insatisfecho, por qué he dado tanta importancia a las posesiones materiales… Nos ayuda a entender mejor el mundo que nos rodea.
–Uno de los enemigos de la creatividad es la distracción. Tú has llevado a cabo lo que llamas “experimentos estoicos” en ti mismo, sobre todo para mejorar tu relación con la tecnología. ¿Cuál te pareció más revelador y útil quizá para quien quiera probar? –Fue como una bola de nieve, porque cuando eliminas una distracción, las demás distracciones se vuelven más evidentes. Todo empezó al deshacerme de la tele y darme cuenta de que estaba siendo un poco más productivo. Entonces fui eliminando distracciones, pero creo que la más transformadora fue la de vivir durante cinco años sin internet en casa. Durante ese tiempo coincidió una época en que además me deshice del móvil. Creo que la combinación de las tres cosas realmente permite tomar conciencia de hasta qué punto nos adormecen las distracciones.
Luego viene la pregunta: ¿por qué lo hacemos? Recurrir a la tecnología es fácil, apenas requiere esfuerzo y nos proporciona placer, pero es un placer de bajo grado. El problema no es solo que confundimos ese poquito de placer con otras formas superiores de bienestar como la alegría o la satisfacción, sino que de hecho nos impide hacer las cosas que realmente nos hacen sentirnos alegres y realizados.
«Cuando eliminas una distracción, las demás distracciones se vuelven más evidentes.»
–Otra forma de esconder la insatisfacción bajo la alfombra, aparte de comprar cosas, es comer mucho o comer mal. ¿Qué nos enseña el minimalismo en relación a la dieta? –Aquí puedo aportar mi experiencia personal. Yo pesaba unos veinte kilos más de lo que peso ahora. A la hora de alimentarnos el enfoque minimalista te lleva a eliminar los alimentos procesados, envasados, los productos que nos inflaman, los aceites reinados… y, en general, cualquier tipo de alimento que te haga sentir mal después de comerlo. También te lleva a buscar alimentos de verdad, ecológicos, locales, sin ingredientes superfluos.
Lo importante es evitar meter en tu cuerpo aquello que te hace daño: que el alimento te nutra, que no sea una distracción emocional.
–Recogéis en tu libro un consejo sobre cómo cuidarse: “Modifica tu manera de cuidarte adaptándola a donde estás, no a donde ‘deberías’ estar”… –Sí, una de las cosas más perniciosas que se nos transmite es que deberíamos convertirnos en alguien diferente, lo que nos hace pensar que necesitamos mejorarnos a nosotros mismos, o ser más como esa u otra persona. Sin embargo, nunca pensaríamos eso de un bebé: un bebé nos parece completo, no se nos ocurriría pensar que tenemos que mejorarlo.
Creo que el verdadero autocuidado no debería basarse en convertirse en otra persona, sino en desprenderse de todas esas expectativas sociales y culturales que nos han llevado a considerarnos menos perfectos, a tratarnos a nosotros mismos como si también fuéramos un producto. Cuando dejas de aferrarte a esas expectativas, te sientes libre para ser quien eres.
«El verdadero autocuidado no debería basarse en convertirse en otra persona, sino en desprenderse de las expectativas sociales y culturales que pesan sobre nosotros.»
–¿Cuál es tu mayor satisfacción personal por haber elegido el camino del minimalismo? –Que ahora mis acciones están alineadas con mis valores. Pero para eso he tenido que comprender que es imposible complacer o agradar a todo el mundo. Cuando dejé de intentarlo, pude conectar con mis propios valores, descubrir cuáles eran realmente. Porque si no sabes cuáles son tus valores, ¿Cómo te vas a sentir satisfecho o realizado? ¿Cómo vas a actuar según tus valores?
Los abuelos pueden transmitir la esencia de su saber y toda su experiencia, pero deberían seguir siendo ellos mismos y gozar y crecer dentro de lo posible.
La relación entre abuelos y nietos se ha ido modificando con el paso del tiempo, pero el vínculo existente entre ambos siempre ha permanecido inalterable en cuanto a su calidad e importancia.
Cuando padres, hijos y abuelos convivían en el mismo hogar, el ascendiente sobre los nietos era mayor y el referente de los abuelos como modelo educativo coexistía al lado del paterno. Sin embargo actualmente parece que los abuelos ejercen más una función de cuidadores, de «canguros» a tiempo parcial para cubrir los espacios de tiempo en que los niños se encuentran sin sus padres.
Por otro lado, la propia gente mayor ha cambiado sus valores y sus estilos de vida. Hoy ser abuelo no implica ser un «viejo», ya que la mejora en la calidad de vida hace que estas personas tengan otros intereses más allá de dedicarse al cuidado de sus nietos. Así pues, abundan los abuelos que trabajan, que hacen deporte, asisten a cursos o espectáculos diversos y salen de excursión o de viaje.
A pesar de estos cambios la relación y el contacto entre abuelos y nietos siguen siendo muy enriquecedores para la educación de los niños.
Los abuelos tienen un lugar muy significativo en su mundo afectivo ya que, entre otras cosas, representan los antecedentes familiares y el legado de otra época.
¿QUÉ PAPEL JUEGAN LOS ABUELOS EN LA EDUCACIÓN? CÓMO EVITAR LOS CONFLICTOS
Aunque es responsabilidad de los padres educar a sus hijos, es innegable que los abuelos que pasan mucho tiempo con los nietos acaban teniendo una gran influencia en ellos y en su educación, lo cual puede acabar siendo una fuente de conflictos y contradicciones.
Resulta, pues, muy importante concretar los papeles de cada uno y procurar dejar muy claro quién es quién ante los pequeños, ya que en ciertos casos estos podrían acabar viendo a los abuelos como padres y a los padres como hermanos mayores u otras personas menos significativas.
Ante todo, conviene pues que haya buena comunicación entre abuelos y padres, lo que permitirá aclarar las dudas y explicar cuáles con las cuestiones que los padres creen fundamentales.
Muchas veces los conflictos surgen por temas de disciplina, ya que los abuelos tienden a relajarla, a ser más condescendientes y a otorgar más mimos y caprichos que los padres. Esa tendencia puede ser nociva para los niños, primero porque los abuelos no siguen los mismos criterios que los padres y segundo porque los pequeños pueden acabar por tiranizarles.
Los abuelos deben entender que no es lo mismo ir de visita o que los niños vayan a su casa a pasar una tarde o una noche –donde su mayor permisividad sería más justificable– que estar día a día a cargo de sus nietos.
Conviene que los padres valoren el papel de los abuelos delante de sus hijos y hagan que estos les respeten y les hagan caso, no solo por ser sus abuelos sino también porque son personas mayores.
Los abuelos, por su parte, gracias a su experiencia como padres, pueden hacer en muchas ocasiones de mediadores en los conflictos entre sus nietos y los padres, suavizando las situaciones y aportando otros puntos de vista.
El criterio general es que los padres son los modelos básicos de referencia en la educación de sus hijos, quienes transmiten sus valores y normas, mientras que los abuelos deben desempeñar un papel complementario, respetando esos valores y haciendo cumplir esas normas. Pero también, y sobre todo, aportando un tipo de cariño y afectividad que solo ellos como abuelos pueden proporcionar.
UNA APORTACIÓN ÚNICA: HISTORIA VIVA DE LA FAMILIA
La figura de los abuelos debe ser vista como algo más que la de unos cuidadores en los que se tiene confianza. Los abuelos representan la continuidad generacional, el vínculo a una tradición y a una genealogía familiar.
Son los padres de los padres, los testigos de su infancia y quienes mejor pueden explicarla a los niños: si hacían las mismas trastadas, si había que castigarles, las cosas que les gustaban, en las que sobresalían… Eso ayuda al niño a inscribirse en ese relato familiar.
Asimismo, los abuelos ejemplifican otros valores, costumbres y formas de vivir. Son los testigos de momentos históricos que la familia vivió y pueden transmitirlos de primera mano. Los abuelos deben recordar a sus nietos todo este legado, tanto social como familiar o personal, explicarlo como hicieron sus propios abuelos, aunque sean tachados de cuenta batallitas, ya que a los niños les encanta conocer de viva voz esas vivencias y anécdotas.
La separación no debe implicar nunca la ruptura del árbol familiar del que el niño se continúa sintiendo miembro.
Precisamente por esto, es muy importante valorar este papel y no romper el árbol familiar. Cuando una pareja se divorcia, en muchos casos la ruptura acarrea, lamentablemente, disputas con respecto a la familia extensa: abuelos, tíos, primos… lo que hace que una relación estrecha con los abuelos pueda romperse debido a decisiones tomadas por los padres desde el enfado y la intransigencia.
Pero conviene tener en cuenta que el divorcio solo se produce entre los padres y, al igual que estos deben continuar cumpliendo sus funciones parentales con sus hijos, el resto de la familia debe seguir estando presente para los niños; es decir, los abuelos siguen siendo sus abuelos, los tíos siguen siendo tíos, etc.
CÓMO FOMENTAR EL VÍNCULO ABUELOS-NIETOS
Más allá del cuidado y el contacto con la tradición, la función más importante de los abuelos con sus nietos es el vínculo afectivo, y este como cualquier otro vínculo debe trabajarse y fomentarse continuamente.
Es casi automático que los abuelos sientan un gran afecto por los niños, pero para que ese afecto se dé también en sentido inverso los abuelos tienen que tener una participación activa en la vida de sus nietos, lo que no significa que se entrometan en la relación con sus padres.
El modo en cómo se participe en su vida depende, muchas veces, del tipo de vida de los padres, de si reclaman a los abuelos de forma cotidiana para que les ayuden en su cuidado porque lo necesitan o, por el contrario, son padres que pueden atender por sí mismos a sus hijos y no precisan de esa ayuda continua.
Está claro que la interacción continua facilita el establecimiento del vínculo afectivo, pero no porque unos abuelos no vean regularmente a sus nietos estos van a quererles menos.
Lo importante es que los niños, más allá de la frecuencia de ese contacto, se sientan queridos por sus abuelos, que cuando se vean sientan que se les quiere por cómo son, que los abuelos se interesan por ellos cuando hablan con sus padres, saben cómo les van los estudios, conocen sus aficiones y se emocionan con sus progresos.
A partir de todo ello se va a generar una buena sintonía entre nietos y abuelos, lo que permitirá que los nietos también se interesen por los abuelos y promuevan el encuentro con ellos, pidiendo ir a visitarles o incluso pasar una noche en su casa porque saben que serán bien atendidos y cuidados.
Más que el tiempo que se pasa con los nietos es fundamental, por tanto, la calidad de ese tiempo y la cantidad de afecto y sentimiento que se invierte en ese contacto.
ACTIVIDADES DIVERTIDAS PARA ABUELOS Y NIETOS
Los abuelos de hoy pueden emprender múltiples actividades con sus nietos, puesto que suelen contar con una mayor calidad de vida, mejor salud y mayor vitalidad que los abuelos de generaciones anteriores. Debemos procurar siempre que esas actividades que hagan juntos abuelos y nietos respondan más al interés de los niños que al de los abuelos, como por ejemplo:
Acompañarles al cine o al teatro a ver alguna obra infantil.
Compartir aficiones mutuas, como dar un paseo en bicicleta, tocar algún instrumento musical, ver algún programa de televisión, etc.
Leerles cuentos y libros adecuados a su edad.
Hacerles partícipes de su mundo y sus intereses, como cocinar conjuntamente un pastel o su plato favorito, mostrarles lugares a los que se acude regularmente, como el club social, el gimnasio, el parque, la biblioteca…
Aceptarles como maestros, puesto que en algunas cosas los niños están más adelantados que sus abuelos y les encanta enseñárselas, sobre todo en lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías: informática, fotografía digital, teléfonos móviles, manejo de dvd, etc.
Hablarles de su propia niñez y juventud, así como de los diferentes momentos históricos que han vivido y de la propia familia. Los niños aceptan con mucho agrado las anécdotas que los abuelos pueden contar de sí mismos, de sus padres, tíos y conocidos, así como escuchar las canciones de otras épocas y que les expliquen fotografías antiguas.
¿QUIÉN CUIDA A LOS ABUELOS QUE CUIDAN?
Está muy bien que los abuelos se sientan contentos y felices por poder colaborar en los cuidados de sus nietos, pero es importante que no se olviden de sí mismos, de sus propias vidas y prioridades, o de la pareja que puedan tener.
La obligación de cuidar y educar a sus hijos ya la han cumplido con creces. Pueden seguir ayudándoles, pero sin olvidarse de realizar aquellas actividades y proyectos que tengan más interés para ellos.
Actualmente, ser abuelo no implica necesariamente estar jubilado, pero en cualquier caso conviene disfrutar de los días sin la presión ni el compromiso de ayudar a los hijos: hacer un viaje o una escapada, cultivar algún deporte o afición, realizar todo aquello que pueda dar más sentido a su vida.
Cuidar de uno mismo no es un acto egoísta, y menos a estas edades. También ayuda a estar mejor con los nietos, porque se estará más tranquilo y feliz con ellos, y será más fácil transmitirles esa alegría de vivir que aún se tiene.
Podríamos resumir esa necesidad de respeto hacia el papel de los abuelos en estos «cinco derechos del abuelo»:
Consejeros. Si pasan tiempo con los niños es preciso tener en cuenta sus comentarios y opiniones, ya que son observadores muy fiables.
Autonomía. Aunque se delimiten las funciones, se les debe dejar que las desempeñen a su estilo.
Respeto. Inculcarles a los niños respeto hacia los abuelos es una forma de generalizar ese respeto a las personas mayores.
Cariño. Deben tolerarse los mimos de los abuelos, siempre que no resulten excesivos, puesto que esa es una de sus funciones y los niños saben distinguir la tolerancia de los abuelos de la rectitud que puedan tener los padres.
Gratitud. Conviene valorar su dedicación, ya que representan una gran ayuda a la dinámica familiar y renuncian a su tiempo para atender a los nietos.
¿CÓMO APOYAR AL NIÑO ANTE LA MUERTE DE LOS ABUELOS?
Inexorablemente, un día u otro, los abuelos van a fallecer y ante esa situación tan dramática muchos padres se preguntan cómo deben actuar. Los niños están mejor preparados de lo que se cree para superar ese trance.
Normalmente la muerte no llega de repente sino después de un proceso de enfermedad más o menos largo. Es conveniente por tanto mantener al niño informado y tenerle prevenido ante un posible desenlace.
Cuando este se produce, tanto sus preguntas como el modo de participar en el proceso del duelo van a depender de muchos factores: de la edad, que le permitirá entender las cosas de un modo u otro, de su carácter, pero también de la capacidad de los padres para vivenciar esa situación y para permitir que el niño se exprese.
Si no se le habla ni se responde a sus dudas, él creerá que no debe preguntar ni tampoco ponerse triste.
En general, los más pequeñitos tienen sus propios recursos y mecanismos de defensa frente al temor que les provoca la muerte.
De hecho, hasta los siete años el niño vive la muerte como algo ajeno o lejano. Es difícil que imaginen su propia muerte o la de una persona próxima. Por eso sus preguntas aparecen sin angustia. También es posible que si les contamos la verdad su deseo se imponga a la realidad y se aferre a la creencia de que quien haya muerto no lo ha hecho, o bien va a resucitar como en los cuentos.
Lo más importante, por tanto, es dejar que el niño se exprese y compartir los sentimientos entre toda la familia. Facilitar que el niño acuda un rato al tanatorio y asista al entierro es cada vez más común, y resulta además muy aconsejable. Esos rituales permiten concentrar el amor de la familia por el fallecido, apreciar lo que se recibió de él y cerrar con gratitud y conciencia su paso por este mundo.
Si el difunto tuvo un trato estrecho con el niño es fácil que este acuse la ausencia, y que manifieste su tristeza por diversas vías. Hay que darle cariño al hijo y permitir que, poco a poco, la vida sin el abuelo tome carta de naturaleza
Originalmente publicado en el blog El Rinconin Solidario de Teresa, me pareció muy interesante, y que deberíamos darle difusión. Gracias por compartir.
Hoy no voy a poner nada que haya escrito yo. Ayer recibí el enlace que adjunto: https://www.desansiedad.com/carta-de-la-ansiedad-para-ti. Lo dejo aquí colgado para que podais copiar el enlace y ver en video la carta que voy a reproducir, cuya autora es Fabiola Cuevas, psicóloga y fundadora de Desansiedad, por si leer os cansa y preferís escucharlo […]
La lavanda se asocia con un sentimiento mediterráneo, relajación y los casi interminables campos morados de la Provenza, donde se originó la planta medicinal. Te explica cómo se realiza la propagación de la lavanda con esquejes y semillas.
Con la lavanda aportamos un toque de belleza natural mediterránea al jardín o balcón, pero también es una planta aromática y medicinal con muchas propiedades. Vale la pena cultivarla y reproducirla
Además, la lavanda es un verdadero imán para mariposas, abejorros y abejas, mantiene alejados a los molestos mosquitos. Razones suficientes para plantarla en tu jardín o en tu balcón. Ni siquiera necesitas gastar dinero en esto, porque la lavanda es muy fácil de reproducir.
MULTIPLICA LA LAVANDA EN EL MOMENTO ADECUADO
Según el método de propagación de lavanda que elijas, los momentos apropiados para comenzar difieren. Puedes comenzar a cultivar semillas en el alféizar de la ventana a partir de mediados de febrero y en el jardín a partir de mediados de marzo. Sin embargo, las plantas jóvenes solo deben estar al aire libre cuando ya no haya amenaza de heladas.
Puedes tomar esquejes durante todo el año y enraizarlos en macetas. Sin embargo, tendrás myores posibilidades de éxito con los esquejes de primavera o de finales de verano.
PROPAGACIÓN DE LAVANDA POR ESQUEJES
La propagación de lavanda por esquejes es la forma más fácil de extender tu fragante paraíso de abejas. A continuación te mostraremos cómo proceder.
1. CORTA UNA RAMITA DE LAVANDA
Usa tijeras afiladas para cortar la rama deseada de la planta madre. Procura que la rama no tenga flores o sea demasiado ramificada.
2. PREPARA LAS RAMITAS DE LAVANDA
Para permitir la formación de raíces, la rama no debe tener más de 7 a 10 centímetros de largo. Si es necesario, recorta la rama y elimina las hojas inferiores hasta aproximadamente un tercio de la longitud total de la rama.
3. PLANTA LOS ESQUEJES
Una vez que hayas preparado tus ramas, puedes plantarlas directamente en una mezcla de tierra para macetas y arena en una proporción de 1:1.
Inserta los esquejes en el suelo preparado hasta la base de las hojas y presiona un poco el sustrato hacia abajo. Luego puedes humedecer bien el suelo con un atomizador.
Cubre los esquejes recién plantados con una tapa transparente o celofán para que la humedad permanezca alta y coloca el recipiente en un lugar luminoso. El alféizar de una ventana es muy adecuado.
Asegúrate de que haya suficiente humedad con un atomizador. Para evitar el moho, la tapa se debe quitar por un corto período tiempo de vez en cuando.
4. COLOCA EN LA MACETA LOS ESQUEJES ENRAIZADOS
Una vez que los esquejes hayan formado sus primeras raíces, las plantas pequeñas ya se pueden plantar en macetas más grandes.
PLANTA LA LAVANDA EN EL JARDÍN
Si has cultivado esquejes de lavanda a fines del verano, puedes plantarlos en el lecho del jardín la primavera siguiente después de la última helada. Sin embargo, si los esquejes son de primavera, debes esperar hasta la próxima primavera antes de plantarlos fuera.
¿CUÁNTO TARDAN EN ENRAIZAR LOS ESQUEJES DE LAVANDA?
Los esquejes suelen formar pequeñas raíces después de unas 6 semanas. Tan pronto como las raíces sean lo suficientemente fuertes, debes trasplantarlos a macetas individuales.
¿SE PUEDE CULTIVAR LAVANDA A PARTIR DE SEMILLAS?
La propagación de lavanda con semillas parece fácil, pero las posibilidades de éxito son menores que con la propagación con esquejes.
Además, es aún más difícil con semillas autorrecolectadas, ya que estas deben estratificarse primero. Si bien esto no es necesario, aumenta las posibilidades de éxito.
Para estratificar, llena una bolsa sellable tipo zip con arena, humedécela ligeramente y coloca las semillas dentro. Luego sella la bolsa y ponla en la nevera durante 1-2 semanas.
Luego debes proceder de la siguiente manera (las instrucciones también se aplican a las semillas compradas):
Llena macetas o bandejas de semillas con tierra pobre en nutrientes.
Humedece el sustrato con un atomizador.
Coloca las semillas en el suelo y luego cúbrelas muy ligeramente.
Asegúrate de que la humedad no sea demasiado alta (que no gotee), que las semillas reciban suficiente luz y que la temperatura no baje de los 20 grados.
Tan pronto como las semillas comiencen a germinar, separar las plantas que están demasiado juntas.
Luego coloca las plantas jóvenes en macetas separadas por unos 5 cms.
¿CÚANTO TARDA EN CRECER LA LAVANDA A PARTIR DE SEMILLAS?
La lavanda puede germinar en tan solo 2 semanas, pero también puede tardar mucho más. Si sembraste las semillas a principios de febrero, puedes esperar la primera floración en el mismo año.